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Trípoli

Estreno democrático entre la violencia y la esperanza

Los libios acudieron a las urnas en una jornada marcada por las protestas y la inseguridad. El júbilo de Trípoli contrastaba con la incertidumbre de Bengasi

Estreno democrático entre la violencia y la esperanza
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Los libios acudieron ayer a las urnas para elegir a sus gobernantes por primera vez desde la llegada al poder de Muamar al Gadafi en 1969 y por primera vez desde su derrocamiento y muerte el año pasado. Largas colas y gran expectación en un día histórico, al igual que los retos que tendrá por delante el nuevo Consejo Nacional General, que sustituirá al actual Consejo Nacional Transitorio, al frente del país desde el comienzo de la revolución en febrero de 2011. En la cuna de la revuelta, estas elecciones han sido especialmente polémicas y violentas, y ayer varias decenas de colegios electorales abrieron sus puertas con varias horas de retraso o tuvieron que interrumpir las votaciones debido a las múltiples protestas y ataques por parte de los denominados «federalistas» de la Cirenaica.

Este movimiento se ha consolidado recientemente y ha aumentado en protesta por el reparto geográfico de los 200 escaños del nuevo Consejo, considerado discriminatorio. El este de Libia sólo tiene 60 asientos comparados con los cien del oeste, y la rivalidad entre las dos provincias se ha convertido en el principal obstáculo de los comicios.

Quema de papeletas
En la ciudad de Ajdabia (este), un hombre murió tiroteado cuando intentaba robar una urna, siendo la única víctima mortal de la jornada electoral. Mientras, en Bengasi grupos de manifestantes, algunos armados, quemaron papeletas y protestaron en contra de los comicios, que se desarrollaron finalmente con relativa normalidad y una buena participación. Desde allí, Iman Bughaghis explica a LA RAZÓN que la mayor parte de los ciudadanos han acudido a votar con entusiasmo: «Estamos sorprendidos de la buena organización de las votaciones, a pesar de todo», aseguró esta profesora universitaria, que formó parte del CNT en sus inicios y ahora ha dejado la política para dedicarse a la naciente sociedad civil. «Hoy es un paso muy importante para Libia y para las mujeres, que están votando y presentándose de forma numerosa, es un gran cambio en la mentalidad en este país». A pesar de las celebraciones con disparos al aire, gritos de «Dios es el más grande» y cánticos religiosos desde las mezquitas, los libios son conscientes de las dificultades y los problemas que tendrán que afrontar, pero nadie quiso perderse la «fiesta» ayer. «En las calles la gente lo está celebrando como si fuera un matrimonio», dice a LA RAZÓN Murad al Huni, un histórico opositor del régimen de Gadafi desde Trípoli, donde las bocinas de los coches no dejaron de sonar a lo largo del día. En la capital, la seguridad fue especialmente rígida debido a su importancia y simbolismo, y tanto el nuevo Ejército regular libio como las ex milicias rebeldes colaboraron en asegurar las urnas. En el oeste del país, la jornada se desarrolló sin incidentes y el entusiasmo era unánime en la capital: la vieja plaza Verde, rebautizada «plaza de los mártires», se llenó de banderas de la Libia post Gadafi, sobre la que todavía existen muchas dudas.

También en Misrata, ciudad especialmente castigada por la guerra y que durante meses luchó para que el país no quedara dividido entre este y oeste, reinaba el optimismo respecto al futuro, aunque pocos entienden cómo funciona el sistema electoral, explica a LA RAZÓN Munir Al Gayiyi, ex rebelde y ahora trabajador humanitario en una ONG local, que ayer acudió a las 7:30 de la mañana a votar. «La mayoría de la gente vota sabiendo que están haciendo algo importante para el país y pensando que el Consejo que salga de las urnas escribirá la nueva Constitución», asegura. Aunque este punto no está del todo claro, porque el pasado jueves el CNT decidió que la Asamblea Constituyente no saldrá finalmente del nuevo Consejo sino que será designada a dedo por el propio CNT, cuya legitimidad ha sido puesta en duda cada vez más en los últimos tiempos. Las autoridades transitorias no han trabajado, por ejemplo, en la reconciliación nacional entre los grupos pro y anti régimen, y en las poblaciones que se mantuvieron fieles al Coronel ayer no fue un día tan feliz como en la Libia «libre».

Para los desplazados por el conflicto, que todavía no han podido volver a sus casas, votar no ha sido sencillo tampoco, tanto a la hora de depositar la papeleta como a la de elegir a uno de los candidatos que pueda representarlos y protegerlos de entre los más de 3.700 que compiten en los comicios. La seguridad y la logística fueron un problema en las poblaciones más remotas del país, especialmente en el sur desértico y las áreas fronterizas, donde los viejos conflictos tribales amenazan el adecuado desarrollo de la futura democracia. El calor y la impaciencia hicieron que la mayoría de los votantes acudieran a votar en las primeras horas de la mañana, mientras que en los colegios problemáticos de la Cirenaica el cierre de los colegios se extendió hasta la medianoche.