Crisis del PSOE

Enemigos íntimos

La Razón
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Puede que las aguas revueltas lleguen a remansarse, pero siempre bajarán turbias. La paz interna en el socialismo madrileño es un objetivo nunca conseguido del todo por motivos a veces serios, a veces ridículos. «Las primarias han hecho algún rasguño en el partido, pero esas cosas se solucionan con el paso del tiempo, tranquilamente, cuando se ponen los intereses de los madrileños por delante», palabras de Juan Barranco tras consumarse las primarias. «Estas son las listas más relajadas que yo he conocido», palabras de Tomás Gómez cuando alguien advertía de dificultades en la elaboración de las candidaturas. Mas tarde, frases de Gómez y asociados: «No hay fisuras, todos unidos»… Pero las primarias dejaron heridas profundas y enemigos íntimos a pesar de las apariencias, que en política casi siempre engañan. Ferraz no perdona que Gómez ganara a la candidata oficialista, Trinidad Jiménez, y Gómez no olvida que los mandamases de Ferraz le animaron a dar un paso atrás hasta el aburrimiento, sin conseguirlo. El pasado martes, carta de Lissavetzky a Tomás Gómez recordándole que, según el artículo 72 de la Normativa Reguladora de los Cargos Públicos, no puede someterse a votación ninguna lista que no goce de la conformidad del candidato, por lo que le solicitaba que suspendiera los procedimientos previstos «hasta que podamos alcanzar el imprescindible acuerdo». Reacción de Gómez: «Cuando Ferraz trajo a Jaime a Madrid fue para ayudar a ganar las elecciones». Lissavetzky ha dicho estar muy dolido. Y es que hay rasguños que se tapan con una tirita, pero no cicatrizan.