Fuenlabrada
Médicos enfermos por Ana PASTOR
Nuestras responsabilidades profesionales y sociales han ido cambiando y aumentando a lo largo del tiempo. Sin embargo el desempeño de nuestra actividad no se ha visto acompañado de cambios estructurales en nuestro Sistema Sanitario. Seguimos llevando a cabo nuestra actividad asistencial en organizaciones excesivamente burocráticas, no enfocadas a la atención por procesos, con poco tiempo para atender a los pacientes, que presentan patologías cada vez más cronificadas, donde la convivencia diaria con el dolor y la enfermedad es una constante. La inexistencia en muchos casos de un verdadero desarrollo profesional; un sistema retributivo desmotivador –en la cola de los países de nuestro entorno– tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo; falta de autonomía en la toma de decisiones; inestabilidad laboral, contratos de fin de semana… está pasando factura a la salud de médicos y profesionales sanitarios. Nuestro sistema sanitario ha aumentado en eficacia y eficiencia pero la excesiva presión asistencial, la falta de cohesión de los equipos, las condiciones del ejercicio profesional, están llevando a situaciones en las que el síndrome de burn-out, de desgaste, altera la calidad de vida, del profesional que la padece y la calidad de su labor asistencial y está conduciendo a problemas de salud a muchos de nuestros profesionales. Por no hablar de las agresiones , como las que desgraciadamente se vivieron hace pocos días en un centro sanitario en Fuenlabrada.
Hay que dar solución a estás situaciones, que son por otra parte evitables y cuando ya se han producido impulsar programas de apoyo a los profesionales. Un ejemplo extraordinario es el Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (Paime) puesto en marcha desde la Organización Médica Colegial, para que los médicos reciban asistencia sanitaria, atención social, apoyo legal y asesoramiento laboral para poder ejercer su profesión con total garantía. Paime es un compromiso de los médicos con nuestros compañeros, pero también con los pacientes, con toda la sociedad. Refleja la excelencia ética que prima en la profesión médica. Nos queda aún mucho por hacer para que estas situaciones no se produzcan y para ello, hemos de poner en marcha iniciativas, programas y recursos para prevenirlas.
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