El enemigo en casa

MADRID- Aunque llevaba nueve años esperando este momento, Orlando asegura ahora que hubiera preferido no recibir nunca la llamada que la Guardia Civil le hizo el pasado jueves para citarle en el puesto de Valdemoro. Según entró por la puerta, los agentes le dijeron un escueto «ven a ver esto». Allí, en una fría sala reconvertida en galería de arte por unas horas estaban los siete cuadros valorados en cuatro millones de euros que desaparecieron de su casa de Maello (Ávila) hace casi una década. «¿Quién ha sido?», preguntó Orlando. «Tu ex mujer y tus tres hijos; están los cuatro imputados», contestó un agente. En ese momento, a Orlando Gallego, empresario madrileño de 52 años, se le vino el mundo encima. «Dame una silla, que me voy a sentar y a fumar un puro porque se me viene grande», alcanzó a decir. Han pasado dos días, pero asegura que aún no lo he digerido, ni cree que lo haga nunca. «Prefería darlos por perdidos a asimilar que han sido ellos», confesó a LA RAZÓN.

Aún no se explica qué pudo pasar por la mente de su ex mujer –de la que llevaba separado 16 años cuando se produjo el robo–y de sus hijos –de 17, 19 y 21 años entonces– para planear tal saqueo. Los cuadros que le robaron en 2002 llevaban años colgados de las paredes del chalé de su ex mujer. Pero no fue lo único que se llevaron aquel día.

La Guardia Civil aún no ha dado con la colección de relojes y plumas estilográficas que desaparecieron en el mismo robo. «No sé si los habrán vendido o están escondidos en algún sitio; prefiero no saberlo». Calcula que pueden alcanzar en el mercado el millón de euros, pero no es algo que parezca preocuparle: «Lo que me han hecho es irreparable».