Ciencia y Tecnología

Redes nuevas

La Razón
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Nos hemos embarcado en el progreso ciego y ya no hay marcha atrás. Vivimos arropados por aparatitos múltiples. La mayoría suena, algo a lo que los expertos han de buscar solución pronta. Porque no es lo mismo el sonido de la fuente o del pájaro, que los zumbidos roncos o estridentes de nuestras amadas máquinas. Pero, en fin, hoy no iba a hablar de eso. Hoy iba a referirme a las redes sociales por internet. Que es algo que está sirviendo para paliar la soledad de las sociedades maquinizadas. Hagamos del defecto virtud, parecen haber pensado sus inventores. Si las máquinas nos aíslan (está demostrado cuánto menos se hace el amor, por ejemplo) hablemos a través de las máquinas. Pero no con formalidad, no hagamos de esta escritura empeño literario, busquemos la espontaneidad, el tú a tú. Facebook, única red social a la que pertenezco, está llena de mensajes primarios. Incluso algunos amigos sesudos lo hacen así. Mensajes tipo: «Ah…», «He dormido fatal», «¿Quién se viene conmigo?», «Viva la madre que los parió». Los creadores de esta red han sido listos y, en el breve espacio donde hay que escribir, preguntan: ¿Qué estás pensando? La mayoría, entonces, responde sin apenas censura, y se nota lo que sienten. Descubres que colegas de esos oscuros, misteriosos amigos, personajes insondables, familiares lejanos… son de carne y hueso, ves su puntito tierno y simpático. Mirar por la red, es como cuando antaño se abría el balcón para ver cómo andaba la vecindad. Es un patio de vecinos lejanos a los que encuentras con un clic. Y si están en la red y dicen algo es que todo va bien. Mañana abriremos de nuevo para mirar. Y ser mirados.