Comunidad de Madrid

La dama invencible

La Razón
La RazónLa Razón

Hace ya tiempo, en el Pantano de Entrepeñas, iba en una barca, se cayó al agua, y la hélice le pasó por detrás. «Fue un milagro que no me pasara nada», me confesaba Esperanza Aguirre, un mes de mayo de 1996, cuando era la número dos del Ayuntamiento de Madrid, y una de las mujeres más próximas a José María Aznar. Fue una premonición, hacia esa chica lista, astuta y profundamente liberal, a quien los socialistas tildaban de familia rica. Desde entonces, Esperanza inició una meteórica carrera política, que la ha llevado a ser la más votada, admirada, y también temida, en la Comunidad de Madrid y en el PP. Porque se ha pateado como nadie los entornos de Madrid, mejorando sus infraestructuras, la sanidad, la educación y, sobre todo, las cifras del paro y la economía. Frente a muchas circunstancias adversas, incluso las que afectaban a su propia salud. Cuando, en un alarde de sinceridad, en contra de los que algunos de su entorno opinaban, decidió hacer público su dolencia cancerígena, empezó a recibir cartas de gentes no votantes del PP. Ahí se vio que, a veces en la vida, algo manda mucho más que la ideología. Superó aquel accidente en el pantano, un helicòptero estrellado, un atentado terrorista en Bombay, y un cáncer que no la retiró de la circulación. Como presidenta ha sido incansable y caústica con una oposición que nunca le ha dado tregua. Si alguien merece el título de superviviente es ella: Batalladora, y más aún, invencible.