Manila
Mueren ocho rehenes chinos en un desastroso rescate de la Policía filipina
El gobernador de Hong Kong ha protestado enérgicamente por lo que considera una «inexplicable» actuación de la Policía de Manila. Ésta responde que no hubo otra opción que intentar el asalto del autocar.
El secuestro en Manila de un autocar con 25 turistas concluyó ayer con un baño de sangre en el que murieron al menos nueve personas, incluido el secuestrador, un ex policía expulsado del cuerpo que reclamaba su readmisión.
Los ocho rehenes muertos eran turistas chinos, de Hong Kong, y fueron alcanzados por los disparos del secuestrador cuando los efectivos especiales de la Policía filipina trataron de forzar, sin éxito, las puertas del vehículo. Aunque al principio el número de secuestrados fue de 25, el delincuente había dejado salir a 10 de ellos, todos ciudadanos filipinos.
El asesino, Rolando Mendoza, de 55 años, murió al ser alcanzado por un disparo en la cabeza efectuado por un tirador con un arma de precisión. Mendoza ametralló a los rehenes con un M-16 cuando los miembros de las Fuerzas de Seguridad llevaron a cabo el primer intento de penetrar en el vehículo, detenido cerca de la plaza Rizal, uno de los lugares más visitados de la capital filipina.
Cerca de una veintena de agentes se situaron a ambos lados del vehículo y a mazazos rompieron la luna delantera, al tiempo que trataban de abrir a la fuerza todas las puertas.
Rolando Mendoza era un antiguo inspector con el grado de capitán que fue apartado del cuerpo en 2008 tras verse implicado en un turbio asunto de robo y extorsión con drogas de por medio. Mendoza exigía que se le absolviera de los cargos que pesaban contra él y su readmisión en el cuerpo, del que le quedaba sólo un año para jubilarse y cobrar una pensión. Durante la tensa jornada, las autoridades policiales indicaron que confiaban en resolver el secuestro por la vía de la negociación, ya que, según precisaron, Mendoza dio señales de buena voluntad al poner en libertad a nueve de los rehenes. Pero, a medida que pasaban las horas, comenzó a ponerse nervioso. Cuando vio acercarse a los policías, llamó a una emisora de radio local para advertir de que iba a disparar. Unos minutos después se escuchó la primera ráfaga. Después todo fue confusión.
El secuestrador se subió al vehículo cuando éste provenía del casco histórico de Intramuros.
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