ONU
OPINIÓN: Nueva era para Libia
Muchos creían ingenuamente que Muamar Gadafi se iba a rendir como el ex presidente tunecino Ben Ali en 10 días, que el régimen haría implosión fácilmente. Eso es no conocerlo. Gadafi no es sólo un histrión, es un fanático, mesiánico sin el más mínimo escrúpulo. Apostó muy fuerte por romper la resistencia con una represión brutal y sin piedad. Medios de guerra contra manifestantes, marcando el camino al sanguinario régimen sirio.
La desorganización y falta de medios de la oposición libia, unida a la dubitativa y vergonzante reacción de la comunidad internacional, casi le hacen ganar su arriesgada apuesta. La resolución 1973 de la ONU llegó con 31 días de retraso, y de no haberse empeñado Francia en forzar un ataque la misma noche de su aprobación, la ciudad de Benghazi habría caído, y la rebelión habría sido aplastada sin remisión.
Si Gadafi hubiese podido resistir partiendo el país en dos, ni lo habría dudado, convirtiéndose en una fuente de intensa inestabilidad en un región volátil y fragilizada por la incertidumbre de sus procesos de transición.
Se sabe a ciencia cierta que Gadafi convirtió a sus peores enemigos de Al Qaida en el Magreb Islámico en sus aliados de circunstancia, haciendo varias entregas de armas y se sospecha que de misiles tierra-aire a la sanguinaria red terrorista. Juró vengar el apoyo de Occidente al Consejo Nacional de Transición, y de no haber sido derrotado, esté donde esté ha sido derrotado ya, habría hecho mucho daño allí y aquí en Europa.
La nueva era para Libia debe ser una transición a la democracia sin ambages, sin complejos, y con todo el apoyo de Europa y de España. Se deben poner las bases de un régimen democrático, estable, con sólidas instituciones, y con un escrupuloso respeto de los derechos humanos.
Nadie aceptaría, ni los libios que han vertido su sangre por la libertad, ni la comunidad internacional, cambiar una dictadura feroz, sangrienta, histriónica, ridícula, anacrónica y avariciosamente corrupta, por otra de apariencia más amable, envuelta en la bruma de un cambio de era.
El presidente del Consejo Nacional de Transición libio, Mustafa Abdeljalil, ha sido muy tajante al respeto, el objetivo del CNT es construir una sólida democracia. Justamente por su compromiso con la democracia, amenazó con dimitir por no estar de acuerdo con ciertos actos de venganza cometidos por algunos combatientes rebeldes, que él juzga contrarios a esos principios democráticos.
No podemos ignorar que el camino hacia la democracia es aún largo y tortuoso, y que el tren podría descarrilar. Los desafíos son inmensos para Libia, para el mundo y también para España, y quizás muchos no se hayan dado cuenta de ello. Pero en todo caso debemos estar preparados para afrontar un periodo de inestabilidad de duración indeterminada.
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