Consejo de Ministros

Salgado mujer fatal

No informó al presidente de la fecha de entrada en vigor del polémico recorte a los ayuntamientos

Salgado está en la cuerda floja y ya no disfruta de la confianza de Zapatero
Salgado está en la cuerda floja y ya no disfruta de la confianza de Zapaterolarazon

MADRID- Su elección para llevar las riendas de la política económica del país sorprendió a propios y a extraños en abril de 2009. Por entonces, el jefe del Gobierno había ofrecido el cargo a David Vegara, joven promesa del socialismo catalán. El ex secretario de Estado de Economía de Pedro Solbes conocía al detalle los intríngulis de la política económica española. «La cartera le venía como anillo al dedo, pese a su juventud», admiten fuentes gubernamentales. A la hora de la verdad, Rubalcaba convenció al presidente para que cambiara a Vegara por Salgado. «La situación del país necesitaba una persona de más peso y prestigio en plena crisis», aseguran a este diario fuentes del Gobierno. Sin embargo, trece meses al frente de la Vicepresidencia económica han bastado para que en el PSOE y en el Gabinete de Zapatero se cambie de opinión e incluso se añore a Solbes y a su política de austeridad. Eso sí, se valora a Salgado como mujer disciplinada. De hecho, cumple al pie de la letra las consignas que recibe de La Moncloa y, concretamente, de la Oficina Económica. No obstante, de tarde en tarde, trata de imponer «con cierta intransigencia» su visión. Sin ir más lejos, el verano pasado enmendó la plana al número dos del PSOE. Blanco defendió en agosto la subida del IRPF para las rentas más altas. A las pocas horas, Salgado desmintió que el Ejecutivo preparara un alza fiscal. Esta actitud ha provocado que se enfríe su relación con el ministro de Fomento, su gran valedor junto con Rubalcaba. El presidente también se ha distanciado de ella. Como botón de muestra, su reconocimiento público este miércoles de que no fue un error la fecha de entrada en vigor de la prohibición de los ayuntamientos de endeudarse. La ministra quería que se aplicara a partir del 1 de junio. E incluyó la fecha en el decreto ley, que aprobó el Consejo de Ministros el jueves 20 de mayo. Fuentes del Gobierno confirman a LA RAZÓN que Zapatero y Chaves ignoraban su decisión. De ahí que a ninguno le dolieran prendas para corregirla públicamente, lo que provocó un cambio en tan sólo 24 horas del BOE. Después de que le presidente la dejara en evidencia, su relación ya no es la misma. Salgado «ha sido desterrada» de su círculo de confianza. De hecho, este jueves no asistió al encuentro improvisado en la cafetería del Congreso de los ministros de Fomento, Interior y Defensa, la guardia pretoriana de Zapatero. Es más, tras la convalidación del tijeretazo, ella abandonó sola el Hemiciclo. Ningún colega socialista se le acercó. Los reporteros gráficos levantaron acta de lo ocurrido e inmortalizaron su soledad. Y es que a día de hoy los suyos la cuestionan. Un destacado dirigente del PSOE asegura a este diario no entender los motivos que llevaron a Zapatero a nombrarla. De hecho, estuvo tentado de no darle nuevo destino tras cesarla al frente de Sanidad por su enfrentamiento con el sector vinícola español. Al final, le ofreció Administraciones Públicas y, más tarde, Economía.

Cena mensual con Rubalcaba y BlancoDesde que llegó al Gobierno en 2004 de la mano de su benefactor Alfredo Pérez Rubalcaba, Salgado ha tratado de crearse su propio círculo de confianza. «Si haces red, la red siempre puede tirar de ti», explica una dirigente socialista en alusión a la habilidad de la vicepresidenta económica para trabar amistades. Por eso, la por entonces ministra de Sanidad fue tejiendo una relación cada día más estrecha con el otrora secretario de Organización del PSOE, José Blanco. De hecho, en los últimos años ha procurado cenar, al menos, una vez al mes con Blanco y Rubalcaba. Casi siempre ha sido ella la organizadora de la cita. Sin embargo, estos lazos de amistad, cimentados con tesón, atraviesan ahora por un bache, tras las desavenencias protagonizadas públicamente por Salgado y Blanco a costa de la subida fiscal para los que más ganan. Mientras, la relación con Rubalcaba continúa intacta.