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El despilfarro nacional

La Razón
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Durante muchos años, demasiados, nos hemos acostumbrado al despilfarro nacional. No llamaba la atención. Las piscinas, polideportivos, centros de exposiciones, edificios... crecían como setas sin que nadie diera la voz de alarma. La modernización de España se desarrollaba a pasos agigantados mientras se gastaban también recursos ingentes en obras innecesarias o, como mínimo, prescindibles a corto o medio plazo. No importaba porque parecía que los recursos públicos eran ilimitados. No eran de nadie en concreto sino de todos y sólo era necesario aumentar la deuda porque crecían los ingresos. Era una fórmula que parecía mágica hasta que la crisis nos ha devuelto a la realidad. Rajoy ha adquirido un compromiso muy importante para acabar con la mala gestión pública. El objetivo es conseguir una administración más austera y eficaz acabando con la impunidad de los políticos que gestionen mal los fondos. Es un gran acierto. Hay que poner orden y reformar el sector público.