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El primer día es el mejor por Manuel Calderón

La Razón
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El primer día de colegio siempre es el mejor. Todo huele a nuevo, da pena estrenar los cuadernos y el material escolar desprende ese aroma que, aunque no es la madalena de Proust, es la goma de borrar Milan. Luego, por la tarde, la cosa cambia. Ese olor ha desaparecido, todo está algo recalentado y nosotros mismos empezamos a estar algo hartos del compañero de pupitre. La novedad abre nuevas esperanzas que, por definición, se cierran nada más anochecer con algo de decepción. La expresión es tediosa en sí misma : vuelta a empezar. Los diputados recogieron ayer sus acreditaciones muy diligentemente, presentaron la declaración de bienes, de patrimonio y de actividades, se hicieron la foto y tomaron el primer contacto con quienes serán sus compañeros de pupitre-escaño. Todo eran buenos propósitos para un curso en el que se les debería exigir más de lo que puedan dar. Y un poco más. Entre el material del que se les hizo entrega están un iPhone4 y un iPad2. Moviendo el dedo sobre la pantalla salieron tan contentos del Congreso. La cuestión ahora es saber si su rendimiento estará a la altura de esa alta tecnonología o si sólo servirá para hacer amigos en Twitter. Veremos.