Comunidad de Madrid

Un proyecto cargado de obstáculos

En 2000 se abrió el concurso internacional de ideas para convertir el Paseo del Prado en el espacio de la cultura.

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Madrid- Entre modificaciones del proyecto, peleas con arquitecto, baronesa, Ministerio y Comunidad, tramitaciones interminables y falta de presupuesto, el Plan del Eje Prado-Recoletos lleva una década dando tumbos por el Ayuntamiento de Madrid. Tanto tiempo que hay que recapitular toda la historia para entender el punto en el que se encuentra desde ayer.
Para empezar, la reforma de esta emblemática zona de la capital nació con el cambio de siglo en la última legislatura de José María Álvarez del Manzano al frente del consistorio madrileño. El concurso internacional de ideas que se abrió en 2000 lo ganó el arquitecto Álvaro Joaquim Melo Siza Vieira y el proyecto se aprobó por unanimidad de todos los grupos políticos en el pleno municipal en el año 2002.
El siguiente capítulo de la novela tuvo lugar en 2003, cuando, tras el proceso de información pública, se presentaron 188 alegaciones al proyecto. Tras estudiarlas una por una y perfeccionar el documento, se aprobó inicialmente en 2005. Sin embargo, en la segunda fase de la consulta pública, en verano de ese mismo año, el Plan del Eje Prado-Recoletos recibió más de 600 alegaciones. Como consecuencia de esta avalancha de sugerencias se modificó el proyecto otra vez y el resultado fue que la baronesa Carmen Thyssen se acabó encadenando a un árbol en el paseo del Prado, frente al museo de su colección.
Thyssen se quejaba amargamente del tráfico que el nuevo diseño desviaba por la puerta de la pinacoteca pero, más allá de que afectase a la afluencia de turistas, su mayor pena era que desaparecerían los hermosos plátanos que, desde el bulevar, dan sombra al edificio. Es más, la segunda modificación del proyecto, en 2007, tampoco le gustó y en el culebrón entre la nobleza y la administración local tuvo que mediar el entonces ministro de Cultura, César Antonio Molina.
Tras el revuelo, y meses y meses de negociaciones, el proyecto definitivo se aprobó, de nuevo por unanimidad del pleno del Ayuntamiento, en febrero de 2008. Pero el amargo camino del Eje Prado-Recoletos todavía no había llegado a su fin, y apareció un nuevo personaje en escena: la Comunidad de Madrid.
Resulta que más de la mitad del Plan Especial afecta a una zona declarada Bien de Interés Cultural (BIC), lo que significa que la Comunidad de Madrid debe hacer una Declaración de Impacto Medio Ambiental para que las obras se ejecuten con todas las garantías para el valioso patrimonio de la zona. La cuestión es que esta declaración se puede realizar por un procedimiento abreviado u ordinario, que se prolonga durante nueve meses, y el Gobierno de Esperanza Aguirre consideró que la envergadura del proyecto exigía el plazo más largo.
Aún así, el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, no se rindió y «troceó» la parte que no se veía afectada por la zona BIC en pequeños proyectos para ejecutarlos inmediatamente. Sin embargo, las circunstancias adversas o la retorcida mente de los guionistas en el caso de los culebrones, se tradujeron en un nuevo bache para el Eje Prado-Recoletos, esta vez en forma de crisis económica.
Gallardón renunció a seguir adelante pero, para bien o para mal, el plan E del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero llegó al rescate del Plan Especial. Con la inversión para las administraciones locales se terminaron, uno a uno, cada uno de los «pedacitos» no BIC del proyecto a finales de 2009, aproximadamente un 40 por ciento del total.
Para el resto, el Consistorio se enterró en papeles para elaborar todos los informes que la Comunidad solicitaba para la famosa declaración de impacto ambiental. Una «biblia» que, tras pasar por tres procesos de información pública, ya está terminada y en breve en manos del Gobierno regional. El final de este enfrentamiento, con un «malo» en forma de túnel», se conocerá en los próximos cinco meses. Es decir, continuará...