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Mi cama mi hogar (2) por Paloma PEDRERO

Mi cama, mi hogar (2), por Paloma PEDRERO
Mi cama, mi hogar (2), por Paloma PEDREROlarazon

¿Por dónde empezar? Ya sé: diciendo, y lo repetiré muchas veces a lo largo de la escritura de estos relatos, que la inmensa mayoría del personal sanitario que trabaja en los hospitales son muy buenos profesionales y muy buena gente. El talento, la simpatía y la bondad no tienen por qué estar unidos; pero he conocido en el mes de mi ingreso a algunos sanadores que sí lo tenían. Yo les llamaba «los ángeles» y os aseguro que hicieron mucho para que mis fuerzas no fallaran, para que mi mente estuviera en ese estado de alerta en el que viví, para que mis días no fueran tan negros. Ver que a alguna de mis cuidadoras les tocara cerca de mi cama, se convertía en un gran estímulo, una alegría inmensa para mí. Y hablando de camas, una cosa muy de agradecer en los hospitales públicos es que no te cambian de cama nunca. Desde que ingresas y te la dan, vayas a donde vayas: de la habitación al quirófano, del quirófano a reanimación, de reanimación a otro cuarto… siempre te espera tu camita. Esa camita estrecha y con mandos para subir y bajar, pesada y con sábanas relavadas de lejía. También tiene barandillas para los enfermos que les pudiera hacer falta. Es curioso, yo que tengo tanta necesidad de libertad, las tuve subidas casi todo el tiempo que estuve ingresada. Era completamente consciente de mi entubada existencia y debilidad. Las barandillas me daban la seguridad que mi cuerpo no tenía. Muy buena idea preservar la cama al enfermo todo el tiempo. Fundamental: que las camas estén en condiciones, que no se atasque el mando (y sé por qué lo digo), que se cambien los colchones en tiempos razonables. ¿No hay sistema alguno para evitar tanto plástico? Y que las sábanas se reciclen a menudo. A mí me daban alergia, y cuando me trasladaron a la planta me dejaron llevar sábanas de casa. Sábanas rojas, azules, de florecitas bajo la colcha blanca de mi cama: La casa del enfermo ingresado. Lo único propio, su hogar.