España
Cantidad y calidad
Formarse no es sólo estudiar y aprender a leer, a sumar y lo demás, sino fundamentalmente, aprender a pensar y a convivir en sociedad. Si un escolar pretende salir del colegio con una sólida educación, deberá recibir, además de los contenidos de cada materia establecida en el programa, las herramientas precisas para desarrollar unos valores que le conviertan en un ser humano valioso. Sin ellos, por mucho que desarrolle sus habilidades cognoscitivas, su educación estará incompleta. Por eso, aun estando de acuerdo con la necesidad de que las horas lectivas que se les imparten a los alumnos se aprovechen al máximo, considero imprescindible que nuestros hijos tengan tiempo, también, para relacionarse con sus compañeros fuera de ellas, mientras realizan todo tipo de actividades, siempre que éstas estén destinadas a favorecer sus capacidades y sensibilidades y les conduzcan a la felicidad.
Compartir celebraciones y costumbres como Halloween, la Navidad o el Carnaval, recibir charlas de cualquier contenido de interés o recorrer los museos son, sin duda, pinceladas necesarias en las vidas de los chicos, que completan su formación y les ayudan, entre otras cosas, a desarrollar sus habilidades específicas y a saber determinar cuáles son.
Que el informe Pisa determine que España está a la cola en educación, no quiere decir que tales actividades perjudiquen la enseñanza de nuestros hijos, sino que la enseñanza, en símisma no tiene la calidad necesaria. Y ahí es donde está el verdadero debate. ¿Están los profesores españoles suficientemente bien preparados? Los programas que se imparten ¿son los adecuados? Y hay otro debate paralelo ¿los padres colaboran en casa en las tareas educativas? Aprender y comprender es una cuestión de cantidad pero también de calidad.
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