Estrépito instrumental

¡Qué de peligros encierran las recuperaciones! Por un lado parece obligado recuperar nuestro patrimonio musical, pero por otro no cabe duda de que los esfuerzos no llegan la mayoría de las veces a compensar. Por ello, toda recuperación habría de pasar un severo análisis antes de que se diera la impresión de ediciones orquestales. «Roger de Flor», estrenada en malas condiciones en el Real en 1878 con motivo de la boda entre Alfonso XII y Mercedes de Orleans, vivió solamente cuatro representaciones y pasó al olvido hasta el pasado año, cuando Valencia quiso rescatarla en el Día de la Comunidad Valenciana, provocando un conflicto con las alusiones a los catalanes y aragoneses del texto que acabó con su cancelación.

Intento de inspiración
Sus dos horas presentan tres actos, de los que el primero es claramente el peor, con apenas un intento de aria para barítono, tan mal escrita vocalmente como el resto de la partitura, auténtico suplicio para los tres protagonistas principales. Abundan las escenas corales y algunos pasajes instrumentales escritos con oficio pero con exagerado propósito de grandeza meyerbeeriana. El segundo acto es el más acertado, con un intento de arranque de inspiración en el dúo entre soprano y barítono que se repetirá en el de soprano y tenor del tercero y en el concertante del segundo pero sin llegar a cuajar.

Ana María Sánchez y Juan Antonio López defendieron sus partes como pudieron. Javier Vidal logró salir más que airoso. Bien el coro, pero la orquesta ha experimentado un descenso de calidad en los cuatro años de titularidad de Traub. Gómez-Martínez logró que sonase afinada, empastada y cuadrada pero no pudo evitar apuntarse a lo que Peña y Goñi calificó como «estrépito instrumental». Se aplaude el esfuerzo del Palau, pero tras las representaciones de 1878 y de ésta, posiblemente no se vuelva a escuchar «Roger de Flor».

Gonzalo ALONSO