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El provocado

La Razón
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Eguíbar ha sido provocado. Al portavoz del PNV en el Parlamento Vasco no le ha gustado que Arancha Quiroga, su presidenta, haya homenajeado a tres futbolistas vascos, o que juegan en equipos vascos, que ganaron con la camiseta de España el Campeonato del Mundo de fútbol.

Para endurecer la provocación, le han llevado la Copa, y para que la provocación adquiera el nivel de insoportable, la presidenta Quiroga les entregó un recuerdo personalizado de la visita. Los campeones del mundo Xabi Alonso y Javi Martínez son vasco y navarro, respectivamente. El primero juega en el Real Madrid y el segundo en el Athletic de Bilbao. El tercero, Fernando Llorente, el gran delantero del Athletic y de la Selección de España, es riojano.

Señora Quiroga: eso no se le hace a Eguíbar. No se puede ir por la vida provocando así como así a personas sensibles. El provocado es víctima de su profunda sensibilidad. Usted misma, señora Quiroga, cuando la ETA asesinaba a sus compañeros de partido un día sí y otro también, pudo comprobar el calor humano de Eguíbar, siempre dispuesto al consuelo, siempre en la primera fila del dolor, siempre en la vanguardia de la lucha contra el terrorismo. Un chico estupendo, señora Quiroga, que no merece sus provocaciones.

Ha dicho el provocado que la presencia de la Copa del Mundo en el Parlamento Vasco es una provocación españolista. Siempre se equivoca al hablar. Es sentido y sensible, pero habla mal. Si acaso, una provocación española, que tampoco, pero nunca españolista. Además, que no entiendo a quién provoca que tres futbolistas nacidos o crecidos sobre las verdes tierras vascas, tres campeones del mundo, reciban un homenaje en su Parlamento autonómico. «Un acto de afirmación de españolidad», ha remachado el provocadísimo. Pues no me había dado cuenta. Ahora que lo pienso, sí, puede tener razón. ¿Y qué? ¿Pasa algo?
No lo sé. Acudiré a las hemerotecas, pero no recuerdo haber leído que Eguíbar, en muchos años, no haya considerado provocadora la presencia de los cómplices del terrorismo en el Parlamento donde portavocea. No recuerdo ningún enfrentamiento verbal de Eguíbar con los portavoces del crimen. No recuerdo señal alguna de irritación en Eguíbar ante los representantes del tiro en la nuca, el coche-bomba o la bala en la frente de los inocentes.
Esos detalles no merecían su facilidad para ser provocado. Y ahora resulta que tres futbolistas, un vasco, un navarro y un riojano establecido en Bilbao, visitan a la presidenta del Parlamento Vasco con la Copa del Mundo tan hermosamente conquistada, y a Eguíbar le duelen las entrañas del alma, las esquinas del ánimo, los rincones del hígado. Pobre hombre.

Hay que desagraviar a Eguíbar. Desprovocarlo. Propongo homenaje con discursos y bailes regionales en los postres. Vivir provocado es harto doloroso, fronterizo con la laceración interior. La provocación hace estragos en las vísceras y criadillas de los provocados. Tenía por buena persona a Arancha o Arantza Quiroga, y me he llevado un sofocón al saber de sus provocaciones. Un vasco tan sensible y tan sometido a la intolerable provocación de una vasca «españolista», como bien dice, por no matizar que simplemente española, como él.

Mucho me gustaría hacerle llegar a Eguíbar, y que le llegara, mi decidido abrazo de consuelo. Sucede que no lo hago por si también lo considera una provocación. Y eso sí que no, que uno es muy decente.