Cataluña

Nosotros el pueblo por Ángela Vallvey

La Razón
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«We, the people of the United States…», (nosotros, el pueblo de los Estados Unidos…), así dice la Constitución de Estados Unidos (1787), la constitución federal más antigua del mundo. Pese a hablar de «people», para los redactores de esa constitución «democracia» equivalía a «gobierno de la muchedumbre», una idea que les ponía los pelos de punta tras vivir una revuelta como la llamada Rebelión de Shays, que les demostró qué podía significar la expresión. La Rebelión de Shays fue un levantamiento armado que tuvo lugar en Massachusetts capitaneada por Daniel Shays, un veterano de la Guerra de la Independencia americana. La insurrección se gestó cuando confluyeron varios factores delicados: las graves dificultades financieras causadas por la depresión económica que siempre conlleva una posguerra, las durísimas restricciones al crédito debidas a la carencia de una moneda fuerte y ciertas políticas fiscales duras y amargas que desde 1785 impuso el Gobierno para solucionar el terrible problema de deuda del Estado. Los protestantes cerraron juzgados municipales, se hicieron con las audiencias judiciales para impuestos y cobros de deudas y organizaron una milicia armada que causó numerosos daños. En USA aún discuten cuál fue la influencia de este levantamiento en el contenido de la Constitución, pero lo cierto es que la Constitución de 1787 no instauró, como principal objetivo, una democracia en América, sino una república federal. Luego, se desarrollaría la democracia a impulso de algunos de sus presidentes. Y seguramente hubo más democracia en América antaño que hogaño.

En estos días en que España ve cómo se manifiestan los impulsos secesionistas y soberanistas en Cataluña, pienso que no habría que temer a los referéndums independentistas –a los de verdad–, ni a una posible reforma constitucional que federe el Estado.