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Pecados capitales

La Razón
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En la Ciudad Condal bulle el fútbol azulgrana de tal modo que cualquier imprevisto es una insolación. La manía persecutoria adquiere proporciones descomunales al menor contratiempo. La victoria del Hércules en el Camp Nou no fue el acierto de Valdez, el esmerado planteamiento de Esteban o la inmejorable distribución de sus recursos. ¡Quiá! El Barça perdió por culpa de la Selección, la española, no la argentina o la brasileña. La coronación de España en el Mundial ha supuesto el repentino empequeñecimiento del Barcelona. Tal cual. No es que la plantilla azulgrana sea corta, más aún que la temporada pasada, o que la ausencia de Messi sirva para crucificar a Ujfalusi, aunque Messi participara en la derrota ante el Hércules; es que si no fuera por la Selección el Barça sería líder destacado de la Liga con 18 puntos, aunque sólo se hayan disputado cinco jornadas. ¡Qué exageración! ¡Qué falta de objetividad y de perspectiva! Como la sobreactuación de Mourinho y su afán por no ceder protagonismo a Clint Eastwood ni en los Puentes de Madison resulta insuficiente para justificar los erorres propios, se recurre al más peregrino de los argumentos para salir a flote sin que todavía haya necesidad de salvavidas. En Barcelona todo son virtudes, teologales, naturalmente; desde la castidad hasta la humildad, pasando por la templanza, la generosidad, la diligencia, la paciencia y la caridad. En Madrid, «caverna mediática» que terminó por bautizar el acomplejado de Joan Laporta, los pecados son, como es de suponer, capitales. Lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia, más Sodoma, Gomorra, Gran Hermano y la madre que lo parió; aunque Messi juegue el miércoles y en Bilbao sigan preguntándose por qué el árbitro expulsó a Amorebieta.