Barcelona

La suerte del yerno de los Tous por Francisco Pérez Abellán

Luis Corominas actuó en «legítima defensa»
Luis Corominas actuó en «legítima defensa»larazon

El yerno de los Tous (joyeros que gozan de éxito profesional y son muy apreciados) disparó a un individuo que estaba dentro de un coche y lo mató. El muerto estaba acompañado por otro, y los dos, aparcados en la vía pública, en un sitio donde ni siquiera estaba prohibido aparcar. El yerno de los Tous ha resultado absuelto por un jurado popular y eso ha creado una oleada de críticas contra el jurado popular y quejas por la calidad de la Justicia.

Al yerno de los Tous, Luis Corominas, según el veredicto, se le ha reconocido «legítima defensa» con todos los eximentes, cuando no se ha acreditado que sufriera «ningún ataque», lo que ya es para darse con una piedra en los dientes. También se le reconoce «miedo insuperable o actuación bajo estado de terror» cuando el único que iba armado era él y, por tanto, el único que podía crear una situación de pánico, especialmente tras disparar dos veces, sin que hubiese provocación.

Luis Corominas goza de un crédito económico muy elevado: para la posible demanda de reparación del daño depositó en el juzgado ciento y pico mil euros, que se supone, de no ser recurrido el veredicto, se le devolverán, salvo que la sentencia diga otra cosa. Además, ha contado con un abogado extraordinario, Carlos Bueren, ex magistrado de la Audiencia Nacional y especializado según el currículum de la red en supuestos «delitos de cuello blanco». Los grandes abogados, que sólo pueden permitírselos las grandes fortunas, suponen una garantía de que se va a contar con todos los recursos para la defensa. Incluyendo un vídeo guardado durante cuatro años, procedente de las cámaras de vigilancia, que añadía poco a lo relatado, pero que fue de gran efecto.

La tarde del 9 de diciembre de 2006, unos ladrones intentaron asaltar el chalé de los joyeros en Sant Fruitós de Bages (Barcelona). Un vigilante se dio cuenta y alertó a Corominas, que al parecer ejercía de jefe de seguridad de las instalaciones. El acusado, con una pistola Glock al cinto, se desplazó rápidamente. Hay un vídeo de la cámara de seguridad en el que se le ve llegar, acercarse a un coche aparcado, cruzarse a su lado y disparar dos veces.

En la pistola, Corominas montaba algunas balas de munición hueca, muy destructoras, que abren un boquete mayor al aplastarse y disgregarse los materiales. A priori Corominas no sabía qué relación podían tener los del coche con los supuestos ladrones.

El veredicto establecía junto a su absolución que era el jefe de seguridad de sus suegros, a los que por cierto no tenía que proteger dado que no estaban en el chalé. Un jefe inseguro, porque lo primero que un profesional debe saber es que en España tener un arma es un privilegio. Él tenía permiso y, por eso, la llevaba legalmente. Pero en vez de disparar al aire, lo hizo contra el coche. Apretó dos veces el gatillo. Uno quedó muerto y sacó al otro, al que custodió hasta la llegada de la policía. ¡Qué suerte la de este chico!

El primer fiscal de la causa dijo que había obrado como «en el Oeste», pero le juzgó un grupo de ciudadanos incapaces de sobreponerse a su propia angustia, dado el fantasma que recorre el país, con los continuos asaltos a casas, cada vez con mayor brutalidad. Suficiente para desterrar ese experimento del jurado popular, por caro y malo, y devolver los juicios a los jueces de carrera, que han estudiado.

Esto no fue un asalto, sino un homicidio: esto es la muerte de una persona, que deja mujer e hijos, a manos de alguien que llevaba una pistola capricho de los coquetos y que no tomó las debidas precauciones. Dio versiones contrapuestas en el sumario y, finalmente, le fue reconocido el dictamen de un perito de la defensa que dice que una persona «en determinadas circunstancias», ve como a través de un túnel.

Para la acusación queda solicitar que se repita el juicio, con otro jurado, por falta de motivación en el veredicto. A la luz de lo que pasó todo esto parece un disparate: según lo visto, la familia del muerto podría quedarse sin indemnización, además de sin justicia; y el resto, con la boca abierta.