OPINIÓN: Contaminación electoral (Segunda parte) por Ana BOTELLA

Qué curiosa paradoja. 24 horas después de que la Comisión Europea propusiera eliminar para 2050 los vehículos convencionales de gasolina y diésel dentro de las ciudades, el Partido Socialista, autoproclamado defensor de la calidad del aire en Madrid, vota contra la propuesta del Ayuntamiento de Madrid en la FEMP para la revisión de las bonificaciones fiscales que fomentan la dieselización del parque automovilístico. La misma propuesta, por cierto, aprobada por unanimidad hace apenas quince días, y que consiste básicamente en que, además del CO2, también se tengan en cuenta las emisiones de dióxido de nitrógeno y partículas en suspensión, contaminantes principales de la calidad local del aire.

Actualmente, el Gobierno prima los vehículos diésel, que emiten menos CO2 pero más dióxido de nitrógeno y partículas, fundamentalmente a través del Impuesto de Matriculación, el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos y las ayudas directas a la compra, algo verdaderamente llamativo en quienes hacen del medio ambiente una bandera política exclusiva.

Otros, en cambio, con menos ruido, venimos trabajando en vías alternativas que van a la raíz del problema, promoviendo un uso más racional del diésel y la apertura del mercado a combustibles alternativos, como, por ejemplo, el Gas Natural Comprimido, que emite un 75 por ciento menos de dióxido de nitrógeno que el diésel. Hoy más de 400 autobuses municipales están propulsados por GNC y, en 2011, nuestra ciudad contará con 16 «gasineras», siete de ellas de acceso público. La necesidad de un equilibrio ambiental en la fiscalidad de los vehículos es evidente. Y es difícil entender –si dejamos de lado el calendario electoral– la incongruencia de quienes niegan el debate mientras se erigen en máximos defensores de la lucha contra la contaminación. Seguro que ésta no será la última entrega de sus contradicciones. Continuará…

Ana Botella
Delegada de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid