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Fichados por las venas
Es el año 2054. Un paseo por un centro comercial pasa a ser un bombardeo publicitario personalizado. Los anuncios nos asaltan. Se dirigen a nosotros con nombres y apellidos. Saben lo que necesitamos: «Se merece unas vacaciones», «Necesita una cerveza»...
MADRID-¿Cómo lo logran? Gracias a la lectura de nuestro iris nos tienen identificados. Así lo imaginó Steven Spielberg en «Minority Report» hace una década. Y en este caso, la vida ha imitado al arte. El año pasado, IBM ponía a punto un sistema publicitario en escaparates que detecta los chips de las tarjetas de crédito o teléfono móvil, de tal forma que los anuncios cambian en función del viandante. Con todo, si bien este sistema se asemeja al descrito por el «rey midas» de Hollywood, no podría inscribirse en lo que se denomina biometría. Es decir, el estudio de métodos automáticos para el reconocimiento único de personas basados en rasgos conductuales o físicos. Un tipo de tecnología que avanza de forma imparable. Sin ir más lejos, en nuestro país.
Una «cola» de 20 segundos
Las comisarías que expiden el DNI o el NIE electrónico para inmigrantes en nuestro país cuentan ya con parámetros biométricos. «Al introducir el DNI en el lector, si se teclea hasta en tres ocasiones mal la contraseña, puedes demostrar que eres el titular del documento con la huella dactilar, que la compara con la ya almacenada», explica Raúl Sánchez Reíllo, del grupo universitario de Tecnología de Identificación de la Universidad Carlos III.
Mientras, el sistema ABC de Indra, implantado en la T1 y T2 del aeropuerto de El Prat y en la T1 y T4 de Madrid Barajas, permite a los viajeros que lo deseen identificarse de forma biométrica a su llegada a España y reducir así el tiempo de control de entrada a 20 segundos. ¿La fórmula? Gracias al pasaporte electrónico, la máquina reconoce el rostro y la huella dactilar. Se acabaron las largas colas.
El grupo de Neurocomputación y Neurorobótica de la Universidad Complutense, liderado por Celia Sánchez-Ramos, ha dado un paso más. El año pasado patentó el primer sistema de identificación a través de la córnea. «Es la única estructura transparente de nuestro cuerpo. Es como una lente de contacto en el exterior del ojo. Y no hay dos córneas iguales», explica la investigadora. Así, estaríamos ante un sistema «inocuo, rápido y muy fiable».
Otros países cuentan con mayor arraigo biométrico. Empresas como Fujitsu han desarrollado sistemas de biometría vascular. Una luz infrarroja identifica al usuario por las venas superficiales de la mano. «Comercialmente, está muy implantado en los cajeros automáticos, pero la gente prefiere seguir usando el PIN», dice Reíllo. En países árabes, la identificación del iris se ha aplicado en el control de fronteras. Y en países del norte de Europa, el hogar domótico es una realidad. Una identificación facial a través de una webcam «puede condicionar tu casa a tu gusto, la calefacción, activar tu cadena musical... Una marca de coches de alta gama también ha trabajado en un vehículo que, tras identificar al conductor a través de una cámara situada en el retrovisor, ajusta los asientos, las sintonías de radio...», añade el experto. Los ordenadores en los que el usuario se identifica con su huella dactilar ya son una realidad. Y la Universidad Carlos III trabaja en un sistema de reconocimiento de la firma manuscrita.
Cuestiones bioéticas
Reíllo asegura que varias empresas en España han puesto en marcha pruebas de control biométrico para sus empleados. «Son identificaciones de huellas dactilares y, en algunos casos, reconocimientos faciales. Se trata de evitar el uso de tarjetas de acceso», explica. Sin embargo, «estos intentos han fracasado la mayoría de las veces, casi siempre por presiones sindicales: "No quiero que me fiches", vendrían a decir», añade. Y es que el debate está abierto. El Comité de Bioética de España prepara un documento titulado «Biométrica y protección de datos».
«La protección de datos es algo fundamental en relación con la medicina moderna. Cada vez hay más forma de almacenar datos genéticos, por lo que la protección se revela como algo clave», dice César Nombela, miembro del comité.
«En Europa se ha dejado bastante claro que los datos biométricos están controlados por las leyes orgánicas de protección de datos», dice Reíllo. «¿Quién le iba a decir a Alfred Nobel que sus experimentos con la nitroglicerina causarían tantas muertes? Cualquier invención puede ser manipulada para bien o para mal. Por ello, es bueno que se estudie», opina Sánchez-Ramos. Porque «lo importante es la voluntariedad, que el individuo esté de acuerdo en usar su huella».
¿Qué depara el futuro?
«Como en "Minority Report", si una compañía de metro quisiera insertar esos anuncios personalizados, debería pedir la autorización de la agencia de protección de datos, de tu banco, tener tu permiso... Es algo que está bastante controlado», aseguran desde la Carlos III.
¿Qué nos depara el futuro? «La biometría está inmadura en España. Pero no hay otra. Es como el móvil: al principio podías negarte a usarlo, pero después no», asegura la investigadora de la Complutense. Una «firma» biométrica de facturas, tanto físicamente como a través del móvil, podría verse a corto plazo. «A medio plazo, la biometría podría servir para ayudar a personas dependientes o minusválidas, o para que el entorno se amolde a su discapacidad», apunta Reíllo.
¿Herramienta de espionaje?
Los «spy files» divulgados este mes por Wikileaks acusaban a más de un centenar de empresas –entre ellas una española– de diseñar «gadgets» biométricos para «regímenes dictatoriales». Hace un año, la web de Julian Assange culpó a Hillary Clinton de recabar información biométrica de varios líderes palestinos.
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