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Kim Jong Un ya es el «líder supremo»
El funeral del «Querido Líder» concluye con el traspaso del poder
El régimen de Corea del Norte rindió homenaje al féretro de Kim Jong Il cumpliendo a título póstumo su último deseo: la entronización de su hijo pequeño, Kim Jong Un, como «líder supremo» de la República Popular de Corea del Norte. Concluye así el duelo por la pérdida del dictador y empieza una nueva era en el país más aislado del planeta. Tras honrar la memoria de su padre, el heredero de esta esperpéntica «dinastía roja» fue bendecido por el Partido de los Trabajadores y por las Fuerzas Armadas, en una ceremonia en la que participaron decenas de miles de militares y civiles, acomodados con escrupuloso orden en la gigantesca plaza Kim Il Sung, una extensión de 75.000 metros cuadrados ideada para alojar eventos de masas. Desde un balcón, se encargó de hacer público el mensaje un veterano del régimen: Kim Yong Nam, octogenario líder del Presidium de la Asamblea Popular Suprema, lo más parecido a un Parlamento que tiene este país. «Haber dejado resuelta su sucesión es uno de los más nobles logros del Gran Camarada Kim Jong Il (…) (Su hijo) Kim Jong-un es el líder supremo de nuestro Partido, Ejército y pueblo al personificar el valor de Kim Jong Il», enfatizó el maestro de ceremonias. La liturgia oficial siguió al pie de la letra el guión que se utilizó tras la muerte de Kim Il Sung en 1994. No sólo se han calcado el escenario y los tiempos, sino que también ha repetido papel el propio Kim Yong Nam. Fue él quien, en calidad de viceprimer ministro, anunció la llegada al poder del «Querido Líder» hace 17 años. Junto al anciano, manteniendo un gesto inexpresivo y mirando al suelo, compareció Kim Jong Un, quien no abrió la boca durante la hora y pico que duró el acto.
Sin haber cumplido aún los 30 años y sin apenas experiencia, recae un enorme peso sobre sus espaldas. Carga que, se espera, le ayudarán a soportar los «tutores» que designó su padre, sus tíos Kim Kyong Hui y Jang Song Thaek. Hereda un país arruinado, con problemas para alimentar a sus 23 millones de habitantes y con crecientes presiones internacionales para que abandone sus planes nucleares. Muchos expertos creen que sus problemas se podrían multiplicar también dentro de palacio, ya que tendrá que contentar al poderoso estamento militar y no perder las simpatías de los ancianos generales y jerarcas del Ejército y el Partido de los Trabajadores.
El régimen se cierra aún más
Los activistas que ayudan a los norcoreanos a escapar de su país han detectado en los últimos días un aumento de la presión. Apuntan a que la dificultad para establecer comunicaciones con sus contactos habituales de Corea del Norte se ha hecho mayor desde que murió Kim Jong Il. Además, han aumentado las patrullas que vigilan en la frontera con Corea del Sur para impedir cualquier tipo de contacto del país con el exterior. En total, hay unos 20.000 norcoreanos que han logrado escapar de las garras del férreo régimen y tratan de adaptarse, sin demasiada suerte, a la vida en un mundo libre y democrático.
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