Bilbao

La resistencia en feudo abertzale

El municipio de Elorrio es uno de los territorios abertzales donde la coalición EA-Alternatiba ha empatado con PNV. En los pasados comicios, la lista de ANV, encabezada por Niko Moreno, que se ha dejado ver abrazando a los presos de ETA cuando éstos salían de prisión, logró hacerse en 2007 con la alcaldía. Esta vez no repite como cabeza de lista, pero la izquierda abertzale volverá a gobernar.

La Razón
La RazónLa Razón

En medio de este escenario ha logrado asomarse al municipio un concejal del PP: Carlos García. Tras dos semanas de campaña a pie de calle ha conquistado un escaño en uno de los bastiones abertzales. Desde allí tendrá que lidiar con fotos de etarras en la fachada del consistorio, mapa de acercamiento de presos en el salón de plenos... Dice que no siente miedo e «intentaré que los abertzales no pueda mandar» en el ayuntamiento, que «se tengan en cuenta sus propuestas» y se «quiten las subvenciones a los presos de ETA a los que estamos pagando con el dinero del municipio hasta el teléfono móvil». García siente «satisfacción» al haber obtenido un escaño. ¿ Teme que los concejales de la coalición le sentencien? «Después de haber pasado varios años de concejal en Bilbao, de haber sido vecino de "Txeroki", y de que un día me dijeran que ETA se había hecho con las llaves de mi casa, ya el miedo está superado». Está convencido de que sus propuestas son mejores que las de la coalición abertzale porque «ellos no apuestan ni porque se mejore la Sanidad, ni porque haya menos impuestos, ni por crear más puestos de trabajo.

Se han dedicado estos años a apoyar a ETA y el fanatismo radical», dice. Iciar Lamaraín compartirá de nuevo escaño con los abertzales. Repite en el municipio Guipuzcoano de Mondragón, antes gobernado por ANV. «Nunca me callo lo que pienso y no tengo reparos en decírselo de frente». Aunque cree que ahora están más «fuertes» que en la pasada legislatura, «pienso que la coalición va a ser un ovillo que encierra muchos nudos. A ver cómo se ponen de acuerdo», dice. Lamaraín es una trabajadora incansable que mira continuamente por los mondragoneses. Dice que siente pena si le echan alguna mala mirada y ha aprendido a responderles con «flema» en cada pleno. «Nunca dejaré de decirles que apoyan a ETA, aunque responden que ellos no tienen armas». «Soy hija de este pueblo, conozco a muchos de los que ahora se sientan a mi lado. Si sintiera miedo no estaría aquí».