Asia

Hollywood

China corona a sus emperadores

Hoy se confirma el Politburó que gobernará al gigante asiático durante los próximos cinco años 

Xi Jinping, ayer, en el cierre del cónclave
Xi Jinping, ayer, en el cierre del cónclavelarazon

PEKÍN- El equipo de los «siete magníficos» que gobernarán China durante los próximos cinco años será anunciado hoy, después de que ayer se diera por cerrado el cónclave comunista. Si no hay novedades de última hora, se espera un Gabinete sin sorpresas: un equipo continuista, quizá ligeramente más volcado en las reformas de mercado y el capitalismo que el anterior. El techo de la cúpula está definido desde hace tiempo: Xi Jinping sera el hombre fuerte del partido y presidente del Gobierno; Li Keqiang le acompañará como primer ministro y Wang Qishan orquestará la gran prioridad: la política económica. Después se espera que entren Yu Zhengsheng, Zhang Gaoli y Zhang Dejiang, cercanos al ex presidente Jian Zeming, y voces conservadoras en lo político y ligeramente aperturistas en lo económico. Por último, ascenderá Liu Yunshan, responsable del aparato propagandístico y la censura en los últimos años, una responsabilidad que seguirá desempeñando. El número de sillones del poderoso Comité Permanente del Politburó pasa finalmente de nueve a siete miembros para hacerlo todo «más manejable».

Xi Jinping / futuro presidente
El triunfo del «principito» invisible
Ángel Villarino

PEKÍN- Por alguna razón, «Salvad al soldado Ryan» está entre las películas preferidas del nuevo secretario general del Partido Comunista chino, el hombre que en marzo de 2013 se convertirá en presidente del país más poblado del mundo. A Xi Jinping parece que le gusta el cine de Hollywood y el baloncesto, tiene una hermana en Canadá, una hija estudiando en Harvard bajo un nombre falso y está casado en segundas nupcias con una cantante de cierta fama que además es general de la división de Bailes y Cantos del Ejército Popular de Liberación. Como el resto de jerarcas chinos, no filtra detalles de su vida privada y cuando habla en público no expresa su punto de vista, sino las directrices del Partido. Uno de los grandes méritos de Xi Jinping ha sido su capacidad para pasar desapercibido y figurar al mismo tiempo, su falta de definición y su imagen de «hombre de gris». Los analistas no han conseguido enmarcarle en ninguna de las familias del Partido, de modo que han llegado a la conclusión de que es un «centrista». Hay quien ha querido retratarlo más cerca del ex presidente Jiang Zemin y su «clan de Shangái», que aboga por aumentar el ritmo de las reformas económicas y donde Xi estuvo varios años orbitando al ocupar cargos en las prósperas regiones costeras. También se suele recordar su pedigrí de «principito»: hijo de un viejo héroe revolucionario que fue purgado por Mao Zedong y posteriormente rehabilitado. Sus preferencias personales son un misterio y tampoco tienen tanta
trascendencia, ya que el PCCh actúa como un órgano colegiado y no como una dictadura unipersonal. Mantener un perfil bajo es el único camino hacia el éxito. Sus datos biográficos básicos tampoco son demasiados y se han repetido una y otra vez en los miles de perfiles que se le han escrito en los últimos días. Nació hace 59 años en la provincia noroccidental de Shaanxi y creció con la elite revolucionaria, rodeado de los hijos de los hombres más poderosos de China, en el recinto amurallado de Zhongnanhai. Su padre, Xi Zhungxun, ocupó altos cargos hasta que fue castigado en 1962 por su liberalismo económico y enviado a reeducarse al campo. «Comí mucho más amargo que la mayoría de la gente», dijo en una ocasión, recordado aquellos años. Tras ser rehabilitado y volver a Pekín con su padre, Xi Jinping intentó entrar en el Partido, algo que le fue negado nueve veces, hasta que lo consiguió en 1974. El único borrón en su expediente llegó hace unos meses, cuando la agencia Bloomberg publicó una investigación en la que aseguraba que su familia había amasado una fortuna cercana a los 400 millones de dólares durante su carrera política. El «hombre de gris» ni siquiera se molestó en desmentirlo. Cuanto menos hablen de él, mejor.