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Victoria insuficiente

La Razón
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El Partido Popular ganó ayer, por primera vez en la historia democrática, las elecciones autonómicas de Andalucía, pero no lo hizo por mayoría absoluta, lo que dificulta enormemente que pueda formar gobierno y, de ese modo, poner fin a tres largas décadas de gestión socialista. Lo más seguro es que Izquierda Unida, que ha experimentado un notable crecimiento, pacte con el PSOE de Griñán y entre ambos prolonguen otros cuatro años un modelo de gestión que ha permanecido invariable desde los años 70 del siglo pasado. El historial de colaboración entre ambas formaciones es tan amplio y estrecho que sería muy sorprendente que IU no se opusiera a que gobernara el PP, que ha sido el partido más votado, como ha sucedido en Extremadura. De hecho, los dirigentes comunistas andaluces ya advirtieron de que no seguirían el ejemplo de sus comilitones extremeños. Sorpresa final, por tanto, que da lugar a varias paradojas, entre ellas que se salva de la quema la figura política de José Antonio Griñán pese a cosechar la primera derrota del PSOE en Andalucía y haber perdido nueve escaños y más de 700.000 votos. No cabe duda de que la elevada abstención (un 38%, más de diez puntos superior a la de 2008) ha perjudicado severamente las posibilidades del PP de alcanzar la mayoría absoluta. Por el contrario, el mensaje del miedo propagado por los socialistas y por los sindicalistas de UGT y CC OO consiguió el efecto deseado de movilizar al votante de izquierdas. Ahora se ve con claridad que la convocatoria de la huelga general tenía como objetivo primordial tocar a rebato para que el PP no llegara a gobernar en Andalucía, el último bastión de un socialismo que desde hace dos años ha sufrido un descalabro electoral tras otro. Por eso su estrategia, machaconamente difundida por la televisión autonómica, se centró en desacreditar la reforma laboral, amedrentar a los ciudadanos por los ajustes y alarmar a los votantes con el futuro del Estado del Bienestar. De ese modo neutralizaron, además, un voto de castigo todavía mayor a Griñán por los escándalos de corrupción, especialmente los ERE fraudulentos. Sin embargo, la victoria de Javier Arenas pone de manifiesto que una amplia mayoría de andaluces respalda el ambicioso programa de cambios que el PP ha puesto en marcha desde La Moncloa. Si los españoles han depositado casi todo el poder municipal, autonómico y nacional en manos del PP no es por una absurda obcecación, sino porque son conscientes de que la situación de emergencia que vivimos requiere de gobiernos fiables y fuertemente respaldados. Por tanto, lo que procede desde el compromiso democrático es que las fuerzas políticas y sociales empujen en la misma dirección, sin que ello suponga renuncia alguna a ejercer una oposición responsable y exigente.