Bruselas

El mercado golpea a España

Tras la aprobación «in extremis» de la ampliación del techo de gasto por la Cámara de Representantes norteamericana y la ratificación de lo que ha sido el último fracaso del presidente Obama, los mercados piden más. Y arrastran a las economías europeas y asiáticas a niveles de retroceso que no se veían desde hace meses. La repercusión se trasladó con especial fuerza a las bolsas italiana y española y a sus primas de riesgo, que en dos días batieron todos los récords desde que existe el euro

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La segunda mitad de 2011 debía ser la del principio del fin de la Gran Recesión. El momento en que la economía de los grandes países desarrollados comenzaría a tomar impulso y a recuperarse con cierto vigor de más de tres años de penurias. Pero lo que durante meses parecía una certidumbre, dejó pasó después a un cierto consenso de que durante el segundo semestre del año se iba a producir una cierta ralentización que daría paso, esta vez sí, en 2012 al esperado intenso crecimiento. En los cálculos no se contemplaba, ni por asomo, una posible recaída, y menos otra recesión. Pero si algo ha demostrado esta crisis es que, como reza el eslogan de una afamada marca deportiva, nada es imposible.

Malas noticias

En los últimos días se han sucedido las malas noticias desde EE UU. A su anémico crecimiento del 1,3% en el segundo trimestre se sumó el lunes el retroceso del sector industrial y ayer la caída del consumo –que genera el 70% del PIB del país– en junio del 0,2%, la primera en dos años. Un cóctel de datos que, como apunta Nuria Álvarez, de Renta 4, «podría indicar que la primera economía del mundo está a punto de entrar otra vez en recesión», con el consiguiente riesgo de contagio para el resto del globo.

Las dudas sobre EE UU han provocado en los dos últimos días un movimiento sísmico en la economía mundial cuyas réplicas han llegado a todos los rincones del planeta. Y como en cualquier sismo, los edificios más débiles son los que más sufren. Y España se cuenta entre ellos. «El miedo es que si el mundo camina hacia otra recesión, los países periféricos de la UE serán los que más sufran», sintetiza Alesandro Giansanti, de ING. Aunque, de hecho, ya están sufriendo. Y mucho. A primera hora de ayer, la prima de riesgo, que mide la diferencia entre la rentabilidad de la deuda alemana a diez años y la española, alcanzó los 404 puntos básicos, si bien al cierre de la sesión cayó hasta los 386. Los 400 puntos son para muchos expertos la frontera que marca la necesidad real de rescate, pues implicaría que el interés a pagar por colocar deuda a diez años rondaría el 7%, demasiado elevado para sostenerlo en el tiempo. Aunque ayer cerró en el 6,2%, llegó a tocar el 6,44% en algunos momentos. Mañana, el Tesoro colocará entre 2.500 millones y 3.500 millones de euros en bonos a tres años en la que, previsiblemente, el Estado tendrá que aumentar sensiblemente el interés ofrecido.

La bolsa también vivió otra jornada tormentosa y, tras caer un 2,18%, cerró en los 9.114 puntos, su cota más baja desde el 9 de junio de 2010. Desde que se acordó el segundo rescate griego, ha perdido un 9%.

Lo que ocurre en EE UU añade todavía más incertidumbre a las propias miserias españolas e italianas. Sus pírricos crecimientos –las perspectivas no son mucho mejores– las han colocado en una situación límite y los inversores empiezan a pensar que la posibilidad de rescatar a ambas economías es real, hasta tal punto que ayer la propia Comisión Europea tuvo que salir al paso y desmentir que se baraje tal posibilidad. Un rescate que, además, le sería muy difícil acometer a Bruselas con los instrumentos de que dispone ahora mismo. El PIB de ambos países suma 3 billones de euros y los expertos dan por seguro que, si una cae, la otra irá detrás por mero contagio.

Hasta septiembre no se aumentarán las funciones del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera para socorrer a los Estados que, aun sin ser rescatados, atraviesen por dificultades en los mercados de deuda, lo que da cancha a los especuladores.

Por si estas dificultades no fueran suficientes, uno de los responsables de inversiones de Merril Lynch, Johannes Jooste, advirtió ayer de que este banco de inversión va a seguir sin invertir ni un solo centavo de sus activos –que ascienden a 1,5 billones de dólares– en bonos españoles, italianos o de cualquiera de los tres estados ya rescatados.

Pesimismo
Con estos mimbres, resulta complicado ser optimista. Y los expertos no lo son. El catedrático de la Universidad de Granada Santiago Carbó cree que España se ha colocado en una situación «muy preocupante y peligrosa». «Aunque agosto es un mes atípico, la volatilidad se produce al alza», explica. En este mes disminuye el volumen de dinero en circulación y el número de operaciones, lo que acentúa las oscilaciones en las rentabilidades de la deuda.

Carbó entiende además que el sobreprecio exigido a los bonos españoles a 10 años puede «acelerar» las órdenes de venta la deuda española por parte de los operadores, lo que agudizaría más si cabe la situación de España. «Se nos está acabando el tiempo y la cuestión ahora es si nos da tiempo», advierte.


Italia sufre otro duro correctivo

Italia, la tercera economía de la zona euro, no fue inmune al acoso de los inversores. En medio de rumores de dimisión del ministro de Economía, Guilio Tremonti, y de reuniones para analizar la crisis entre las autoridades económicas, la deuda italiana aumentó su interés doce centésimas y se situó en el 6,12%, máximo desde 1997, al tiempo que la prima de riesgo alcanzaba los 371 puntos básicos, después de superar en algunos momentos de la sesión los 380 puntos básicos.

Italia está en la línea de fuego en buena parte por su abultado endeudamiento, que asciende a un 120% de sus 1,7 billones de euros de PIB, el más elevado después del 160% de Grecia. Además, la inestabilidad política del Gobierno de Silvio Berlusconi, envuelto en sucesivos escándalos, ha disparado la inquietud de los inversores.