Sierra Cantabria por Andrés Sánchez Magro

A vueltas con el vino de Rioja. La verdad es que he hablado muy pocas veces de los de la familia Eguren, injusticia de olvido que quiero subsanar. Pioneros del vino, lo han afinado como pocos para paladares contemporáneos. Se acabaron ya los tiempos en los que se embotellaba el vino con aristas, con un tanino marcado, y bienvenidos al vino pulido, ya hecho y que se puede beber botella tras botella. Sierra Cantabria es ese buen común denominador para todo tipo de bebedores, tanto los que han indagado en las cartas como los que a ojos ciegos piden vinos amables y que combinen con todo tipo de platos. El vino para ser bebido o Sierra Cantabria. Su protocolo habla de mucha confitura y buenos tostados en la nariz derivados de la barrica noble que se trabaja. Lo mejor, su paso de boca, su precio equilibrado, su sensación placentera que en este cuvée, selección de honor de este vino central, nos aporta frescura y placer. Este ejemplar, como la gran parte de los que etiqueta esta casa, no defrauda ni a tirios ni a troyanos. Buena presentación, redondeo justo y un final de boca lleno de dulzura. Se trabaja una añada, de modo tan perfecto que con sólo una crianza de doce meses, el vino está redondo. La elegancia, la suavidad, incluso, la mesura son sensaciones que nos hacen olvidarnos de notas de cata e introducen en el buen mundo de beber en barras y mesas. Alternativa razonable de un viñedo viejo aunque no se confiese, para todos los públicos. De hecho, es el vino de la casa del novedoso restaurante Cañadio en Madrid.