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Edurne Pasaban: «Un alpinista no cuelga las botas»

Con firma propia. Profesión: alpinista. Nació: en 1973, en Tolosa (Guipúzcoa). Por qué está aquí: ha presentado su libro «Catorce veces ochomil» (Planeta), en el que narra doce años de experiencia alpina.

Edurne Pasaban: «Un alpinista no cuelga las botas»
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–¿Su familia está de acuerdo con su vocación de alpinista?
–Al principio les costó, sobre todo cuando tras haber trabajado cuatro años con mi padre y con la carrera de Ingeniería Técnico Industrial terminada, le dije que la dejaba. Después siempre me han apoyado en lo que yo he querido hacer, que era dedicarme a la montaña.

–Ha recibido la Medalla de Oro al Mérito Deportivo, es una de las mejores deportistas de 2010. ¿Le da vértigo?
–Me siento muy halagada. Cuando empecé con los «ochomiles» nunca pensé que tendría un reconocimiento como deportista de élite, como la Selección. Es un regalo que no entraba en mis planes y me hace totalmente feliz.

–¿Cree que un deporte tan duro como el alpinismo está lo suficientemente reconocido?
–Me siento bastante reconocida, ahora no hago más que recoger premios. Antes, cuando se hablaba de montaña, sólo era porque había ocurrido un accidente.

–Es la primera mujer en hollar los 14 «ochomiles». ¿Qué ventaja tenemos en la montaña?
–Somos sufridoras, cabezonas y luchadoras; lo que queremos lo conseguimos. La ventaja que he tenido es que soy constante y sé sufrir. Cuando nos planteamos algo, luchamos hasta el final.

–¿Hay que doparse para escalar una montaña?
–Puedo decir que no existe dopaje en la montaña, por lo menos, yo no lo he visto. No me atrevería a tomar nada. El deporte debe ser limpio.

–Alguna vez estaría tentada de abandonar... ¿Cómo lo superó?
–Pensaba en cosas sencillas como: «Cuando regrese voy a ir a la playa». Buscar esas indeas positivas hacen que pienses en que cuando termines vas a gozar de todo eso.

–¿Qué coste personal tiene esta experiencia?
–Muy grande. He dejado muchas cosas de lado, problemas personales... Pero me doy cuenta de que todo ha merecido la pena.

–¿Se piensa en la muerte?
–Está presente, pero nunca se habla de ella. Sólo piensas en volver. Si piensas en la muerte nunca subirías al avión para ir a la montaña.

–¿Pretende dedicarse muchos años al alpinismo?
–Un alpinista nunca cuelga las botas, sólo baja el ritmo. Tendrá que bajar, porque estoy haciendo una expedición o dos al año, aunque creo que nunca voy a dejar las botas de lado. Intentaré que mi vida personal y profesional puedan ir conjuntamante, cosa que no he logrado hasta el momento.