Bruselas

Bruselas sigue sin aclararse en su política sobre los transgénicos

En Bruselas continúan sin aclararse sobre la política en materia de transgénicos, asunto de vital importancia para la alimentación animal, aunque también tiene repercusiones para la industria oleícola y para los países terceros abastecedores, como son, entre otros, EE UU, Brasil y Argentina

La Razón
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Así, la semana pasada los Veintisiete aplazaron la votación sobre el final de la política de tolerancia cero para los transgénicos que aun no están autorizados en la UE.

Los representantes de los Estados miembros tampoco fueron capaces de reunir una mayoría cualificada, ni a favor ni en contra, de las nuevas autorizaciones para la comercialización de transgénicos, lo que provoca que aumente el embotellamiento que ya existe. Por su parte, la Comisión Europea sigue intentando proporcionar garantías jurídicas con el fin de sacar adelante su proyecto, presentado con anterioridad, para dejar en manos de las Administraciones nacionales la decisión final de restringir o prohibir en su territorio los cultivos transgénicos homologados a nivel comunitario. En resumidas cuentas, que nos encontramos ante un galimatías de muy difícil comprensión y con importantes repercusiones.

Todo lo anterior está provocando problemas a los ganaderos y a la industria de alimentación animal, que tienen dificultades para abastecerse de cereales y oleaginosas, especialmente soja, en los mercados, al no existir garantías de que las importaciones a realizar no tengan restos de transgénicos no autorizados en la UE. Y ello se produce justo en un momento en el que los precios son muy altos, lo que hace que se encarezcan todavía más en el mercado interior.

Eso también afecta a las empresas que se dedican a la extracción de aceites vegetales. Por otro lado, aumenta el riesgo de que los países terceros abastecedores, que sí tienen autorizados transgénicos, insistan ante la Organización Mundial de Comercio para que se condene a la UE. Mientras tanto, en el interior de esta última no se entiende muy bien que un Estado miembro pueda en el futuro prohibir o restringir el cultivo de un transgénico que sí esté autorizado.