«Woody Allen se vende por dos pesetas»

-«El cerco de Leningrado». ¿A quién le gustaría poner cerco?
-A los mentirosos, clase política incluida.

-Interpreta a una actriz que fue amante de un director de teatro. ¿Es más interesante ser amante que esposa?
-Ser amante es más fácil. Yo prefiero ser la suma de las dos.

-Por esas cosas del surrealismo mágico del autor, Sanchís Sinisterra, es una actriz que cada día se vuelve más joven...
-Es un guiño a una utopía: la recuperación de la pureza de todo lo que hemos corrompido, contaminado, deteriorado.

-Pero lo de ir hacia atrás, qué bien, ¿no?
-No me gustaría retroceder. Me conformo con que me acepten como soy sin la dictadura del «photoshop».

-¿No detesta la vejez?
-No, aunque es una asignatura que suspendemos siempre... sin poder volver en septiembre. Lo que me aterroriza es perder la cabeza.

-Dice Woody Allen que se pierde belleza, oído, vista e inteligencia...
-Yo creo que se adquiere otra inteligencia diferente. Mi madre es un libro.

-Woody aconseja evitarla si se puede. ¿Qué hace para evitar la vejez?
-He renunciado a las cremas y al botox. Son engañifas. Hago gimnasia física y mental.

-Fidel Castro dice que llegó a estar muerto y resucitó. ¿Un milagro comunista?
-Un mamoneo cubano.

-Dicen que Zapatero ha envejecido cinco años en uno. Si el poder estropea, ¿por qué lo deseamos tanto?
-El poder como único objetivo, excesivo, es la ambición de los tontos.

-En una encuesta sobre los personajes más queridos no hay ni un actor. ¿Los españoles no les aman?
-Aman como se ama en este país: con poco corazón y mucho interés. Creen amar a los que ven mucho.

-Dice Woody que los actores españoles son ahora los mejores del mundo...
-Es un piropo exagerado. Woody quiere que le sigan produciendo películas aquí, veranear en España. Se vende por dos pesetas.

-¿A quién le ha dicho últimamente «¿llevas una pistola en el bolsillo o es que te alegras de verme?»?
-Ja, ja, ja. No he encontrado estos días al tipo al que me gustaría decírselo, pero estoy preparada y atenta.

-«El amor odia a los inactivos» (Ovidio).