El 90 por ciento de los concursos de acreedores van a liquidación

El 90 por ciento de las empresas de la Comunitat Valenciana que presentan un concurso de acreedores (antigua suspensión de pagos) no consigue sacar adelante la compañía tras el proceso y se ven abocadas al proceso de liquidación. Según las cifras de Landwell-PwH, de los 465 concursos de acreedores que se presentaron en la Comunitat durante el primer semestre, alrededor de 400 acabarán o ya han acabado en liquidación. Cuando se llega a este punto, todos los inmuebles de la compañía salen a la venta y, con la liquidez que se obtiene, se paga a los acreedores -hasta donde es posible-. En algunos casos, los inmuebles no se pueden vender y, por lo tanto, ningún acreedor cobra.Así lo explican el socio director de la oficina de Landwell-PwH en Valencia, Juan Mestre y el asociado senior en la unidad de refinanciación de deuda, Iván Echevarría, quienes aseguran que de, esta manera, se demuestra que la actual Ley concursal no está cumpliendo con su objetivo, es decir, sacar adelante el mayor número de empresas posible.Cuando se creó esta normativa, los concursos de acreedores eran todavía poco usados. Desgraciadamente, en la actualidad se ha convertido en algo de lo más habitual y, con el uso intenso de la norma, se han visto sus debilidades. Mestre asegura que, aunque se han hecho modificaciones, éstas son todavía insuficientes.Uno de los cambios que habría que incluir, desde el punto de vista de Mestre, es que los administradores tuvieran algún tipo de incentivo salarial en el caso de que consiguieran sacar adelante la compañía. En la actualidad, acabe el concurso en convenio o en liquidación, los tres administradores concursales cobran exactamente lo mismo.Mestre y Echevarría aseguraron que, si una empresa acaba en liquidación es, o bien porque el gestor de la compañía presentó demasiado tarde el concurso, o porque los administradores concursales no han puesto suficiente empeño.En cuanto a cómo es la vida para una empresa que sí consigue salir de un concurso, los expertos aseguraron que se convierte en una «economía de guerra» en la que hay que pagarlo todo al contado, ya que ningún proveedor se fía de la solvencia de la empresa.