China
Cuántos más cabemos aquí por José Antonio VERA
En otra época se produjo cierta alarma ante el crecimiento imparable de la población mundial, que subía de forma exponencial y se multiplicaba cada década. En su famosa obra «Limits to Growth» (Límites al Crecimiento), el legendario economista y demógrafo inglés Thomas Malthus, vaticinó en 1798 que el mundo colapsaría en medio de terribles hambrunas como consecuencia del imparable aumento de la población mundial y el hecho entonces previsible de que la producción de alimentos crecía más despacio que una población que, según Malthus, se iba a duplicar cada 40 años, de manera en 80 sería cuatro veces más grande y en 120 se multiplicaría por ocho. Como la producción alimenticia no iba a aumentar en paralelo, el resultado sería desastroso desde el punto de vista del hambre. Algo que, con el paso del tiempo, no ha ocurrido. Es verdad que el número de personas que habitamos La Tierra sigue subiendo de manera imparable. Si en 1780 eran mil millones, en 1920 eran ya dos mil, en 1970 cuatro mil, seis mil en 2000 y ahora, en dos mil diez, 6.700. El planeta albergará cerca de 8.000 millones de seres en 2025, y alrededor de los 10.000 en 2050.
Por tanto, es verdad que aumenta la población, pero no que la producción de alimentos se haya estancado y no crezca de forma parecida. Salvo excepciones vividas en años puntuales aislados, lo cierto es que, según datos oficiales de la ONU, hoy por hoy producimos un 23 por ciento más de comida per cápita que en 1961. Tenemos más alimentos por persona y como consecuencia la proporción de hambrientos ha bajado. En 1971, 920 millones pasaban hambre. En el 97, 792; y en 2010, 680 millones. Noticia terrible porque son muchos aún los necesitados que mueren por no tener nada que comer. Pero esperanzadora en la medida en que, aun siendo demasiado, la proporción de hambrientos está descendiendo de manera bien visible. Y con unos precios de los alimentos también más bajos (salvo excepciones en años puntuales). Luego la humanidad está hoy mejor nutrida en líneas generales, pese a que somos muchos más viviendo en el planeta.
Ahora bien, ¿seguirá siendo así en el futuro? ¿Cuántos más cabemos aquí?
Nadie lo sabe. Hacer predicciones es algo que está bien, pero no siempre resulta acertado. Lo vemos cada día con la economía y lo hemos visto también en el caso de Malthus. La población va a seguir creciendo de manera visible mientras países como India o Paquistán mantengan la actual tasa de natalidad. Los planes de control de los nacimientos son rigurosos en China y es previsible que India supere a la gran nación amarilla en número de habitantes a lo largo de este siglo. En Europa el crecimiento ya es negativo en muchos casos, y sólo la inmigración permite aumentar el número de habitantes, como sucede en el caso de España. La tendencia mundial es hacia un mayor control de los nacimientos, y eso podría contener el aumento poblacional, aunque la realidad es que, como comentó en cierta ocasión un consejero de la ONU, «lo que está ocurriendo no es que la gente de pronto haya empezado a procrear como conejos, sino que han dejado de morir como moscas».
Menos guerras, más asistencia sanitaria, menos hambruna y más longevidad. Por eso se espera que la población humana se incremente en 3.300 millones de personas en los próximos cincuenta años. Pero el crecimiento porcentual de la población global alcanzó su cénit a principios de los años 60, con algo más del dos por ciento anual. Desde entonces ha ido descendiendo y se espera que sea del 0,4 por ciento en 2050. Los expertos calculan que la población se estabilizará en el año 2200. Y ocurrirá también previsiblemente que los blancos serán una minoría y que, por supuesto, cada vez habrá más ancianos.
Se seguirán produciendo inevitablemente grandes migraciones desde África y Asia a Europa y Norte-americana, con lo que la mezcla de culturas será cada vez más una realidad en Occidente. Y casi todo el mundo vivirá en ciudades. Siempre y cuando se mantengan las actuales tendencias y el planeta no cambie mucho en este sentido. Que todo puede ocurrir.
José Antonio Vera
jvera@larazon.es
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