Elecciones en Egipto
Los islamistas se encaran al Ejército
La Constitución se ha convertido en la principal batalla del nuevo Egipto. Miles de ciudadanos se reunieron ayer en la Plaza Tahrir para reclamar al Consejo Militar Supremo que ceda el poder a un gobierno civil y dé marcha atrás a la propuesta de reforma constitucional en la que el Ejército refuerza su papel vertebrador del futuro Estado.
EL CAIRO- A nueve días de la cita en las urnas, la nueva Constitución del país, que tendría que ser redactada por un comité elegido por el Parlamento que saldrá de los comicios, centra la atención de los partidos políticos. Esa Ley Fundamental es especialmente importante porque será la que dé forma al nuevo Egipto, que no todas las fuerzas políticas y sociales quieren e imaginan igual.
Los islamistas y salafistas que capitalizaron la protesta de ayer están especialmente ansiosos por hacerse con los suficientes escaños en las cámaras y poder influir en la redacción de la Constitución para que la religión tenga un papel destacado. A pesar de que los partidos confesionales aseguren no querer un Estado islámico como, por ejemplo, en Irán, sí buscan imponer la sharia como referente y pilar fundamental del que será el futuro Egipto. En la actualidad, la ley islámica ya figura en la Carta Magna del país como fuente principal de derecho.
«La presencia de los islamistas en el Parlamento –de la que ya nadie duda– se reflejará en la Constitución, y esto supone un problema para el resto de fuerzas políticas», explica el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Americana de El Cairo Mustafa Kamal. Los laicos y liberales quieren que la nueva Constitución permita la creación de un Egipto laico, democrático e incluyente, y que el islam no sea lo que moldee el nuevo Estado. Pero todas las alarmas saltaron hace un mes porque el próximo Parlamento, el primero elegido democráticamente después de 30 años de dictadura, puede que no sea decisivo a la hora de redactar la Constitución. El Ejército, que gobierna el país desde la caída del ex presidente Hosni Mubarak el pasado mes de febrero, está dejando cada vez más claro que limitará la acción de las cámaras y que los militares serán finalmente los que den forma a la nueva era.
Las autoridades presentaron a principios de noviembre un documento que establece que los diputados sólo podrán designar a 20 miembros de los 100 que compondrán el comité constitucional. El resto serán elegidos, de forma dudosamente democrática y transparente, de entre los sindicatos, los colegios profesionales, la judicatura, la universidad, organizaciones religiosas y civiles e, incluso, deportivas. Asimismo, el comité tendrá seis meses para redactar la Constitución y, si no lo consigue –caso bastante probable debido a la heterogeneidad del mismo y a las cuestiones tan complejas y sensibles sobre las que tendrá que deliberar–, el Ejército podría nombrar a otro órgano a su antojo e, incluso, intervenir si algunos artículos escritos por el comité le resultaran «inconstitucionales». Las fuerzas políticas están en pie de guerra tras comprobar una vez más que el Ejército está manipulando la transición democrática y no tiene intenciones de ceder el poder a los civiles, al menos hasta que sus intereses estén asegurados. Una de las prioridades de todos los partidos políticos, islamistas y laicos, liberales e izquierdistas, es que en la Constitución quede atado y bien atado el papel de los militares, pero la última propuesta del Gobierno transitorio promueve dos artículos constitucionales según los cuales el Ejército no podrá ser supervisado por el Parlamento y su presupuesto permanecerá secreto. Las Fuerzas Armadas egipcias reciben miles de millones de dólares en ayuda desde EE UU, pero además están involucradas en amplios sectores de la economía del país, desde fábricas de materias primas hasta la industria turística, aunque sus beneficios permanecen en secreto.
Todo parece indicar que el Ejército no está dispuesto a dejarse quitar los privilegios de los que ha gozado desde hace más de medio siglo, desde el golpe de los «oficiales libres» en 1952, a pesar de sus promesas de democracia. Los militares también marcarán los tiempos de la transición hasta las elecciones presidenciales, que los partidos políticos quieren en abril de 2012 pero el Ejército intenta retrasar.
La sharia como fuente de derecho
El papel de la sharia o la ley islámica en la próxima Constitución egipcia promete convertirse en uno de los principales escollos entre las fuerzas salafistas o islamistas, como los Hermanos Musulmanes, y las fuerzas laicas y liberales. Ya en marzo de este año, los grupos protagonistas de la primavera egipcia exigieron una revisión de la Constitución, sobre todo del artículo 2 que establece la sharia como fuente de derecho. Pero en el referéndum postrevolucionario se decidió que se redactaría una nueva Carta Magna después de las legislativas. Este movimiento beneficia a los islamistas de cara a su posible victoria.
Los artículos polémicos
-La Junta ha promovido dos enmiendas constitucionales controvertidas. La primera permite que el Ejército supervise el Parlamento que salga de las urnas. Además, pueden vetar un futuro Gobierno.
-También quieren preservar su autonomía respecto al poder político y mantener su presupuesto fuera del control gubernamental. Una maniobra que se ha criticado por querer salvaguardar sus privilegios.
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