Nuevo pontífice

China
El Prof. José Luis Rubio, Premio Rey Jaime I de Medio Ambiente de 1996, a raíz de la Conferencia del Clima de Copenhague (diciembre 2009), recordó el mito helénico de Sísifo, quien después de haber difundido en el ágora una de las aventuras eróticas de Zeus fue penalizado a perpetuidad por el dios supremo del Olimpo: tendría que empujar una gran roca hasta la cima de una montaña. Un castigo eterno, pues antes de que alcanzara la cúspide, por un motivo u otro, la piedra rodaba abajo del todo. Y desde allí, ¡vuelta a repetir la operación!Algo parecido podría ocurrir después de Copenhague, pues tras muchos años de esfuerzos, debates, conversaciones, reuniones, informes en la senda hacia la cima, el Protocolo de Kioto cayó al pie de la montaña, ¿vuelta a empezar?
No necesariamente, pues a lo que obliga el citado acuerdo es a un compromiso mundial, poniendo Kioto en su sitio. Igual que ignoró su pesada piedra Sísifo, a quien no en vano se consideró «el hombre más listo del mundo» y que, según los rapsodas de la época, supo escapar a su infausto destino, vivió largos años y fue el progenitor del propio Ulises. Ése es el método: el Acuerdo de Copenhague no tiene por qué ser un castigo para la eternidad, sino el pórtico de verdaderas negociaciones globales, incluyendo a China y EE UU. El cambio climático es un problema demasiado grande y complejo para resolverlo en un Protocolo de Kioto en el que nunca cabrán todos.
Por su parte, la ecóloga Cristina García-Orcoyen, ante los resultados de Copenhague escribió otro artículo con observaciones también de interés: el cambio climático no es sólo una cuestión ambiental, sino también un problema económico; concretamente, sobre cómo habremos de compartir costes y beneficios de manera aceptable. Por ello mismo, los ministros de finanzas tendrán que ir junto a los jefes de Gobierno en las próximas negociaciones de Cancún, para que empiece a haber una respuesta económica válida a los problemas que afrontamos.
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