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Adiós Cromañón adiós por Rosetta Forner

La Razón
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A nadie le amarga un dulce. El piropo, en sí mismo, no es ofensivo. Más que las palabras, ofende la intencionalidad que las envuelve. Una cosa son los piropos con gracia e ingenio, y otra los soeces. En su «época dorada», reflejaban la superioridad del varón sobre la mujer en cuanto a que ésta era «objeto de culto propiedad particular del hombre». Es más, a éste le eran propias unas libertades que a aquélla le eran ajenas. Actualmente, más que «piropos» suelen ser «comentarios no solicitados» provenientes de un extraño con el que no se tiene relación. Así, reflejan una costumbre propia de los cromañones machistas que siguen viendo en la mujer un ejemplar al que «hincarle el diente». Soy pro del feminismo que fomenta la dignidad de la mujer para que lleve las riendas de su vida, cuide de su autoestima y se ponga la corona antes de salir de casa, sin odiar al hombre ni ser hembrista. Si no te gusta que te piropeen, ponle stop a la «cromañonez» con un: «¿Cuándo hemos comido sopas usted y yo para que se tome semejante confianza?».