Murcia

El final de la escapada por José Clemente

La Razón
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Pocas cosas suceden en la vida de las personas más desagradables y tristes que la muerte de un ser querido, pero si hay alguna que se le asemeje por el desarraigo que conlleva esa es, sin duda, el desahucio. Ver cómo un agente judicial se planta ante tu casa y tu familia para comunicarte que te quedan tres días para desalojarlo todo es materia exclusiva de almas templadas, porque las que no lo son acaban como el mítico boxeador José Manuel Ibar, «El Morrosko de Cestona», conocido popularmente como «Urtain», que dos días antes del comienzo de los Juegos Olímpicos de Barcelona se lanzaba desde un décimo piso en el madrileño barrio de El Pilar, después de oír el timbre de su casa de la que le iban a desahuciar. No fue el primero, ni tampoco el librero del barrio granadino de La Chana, José Miguel Domingo, será el último. No se trata de Grecia, sino de España, donde el acoso de los Bancos a los que no pueden pagar su hipoteca conduce a callejones sin salida. Por eso es de aplaudir que los socialistas, y anteayer lo hacía en Murcia, María González Veracruz, un tanto oportunistamente, se sumen a la propuesta aprobada hace meses por el Gobierno para que la dación en pago, como mal menor, se cumpla. Un desahucio es el final de la escapada, una tragedia en clave superlativa, porque no es cambiar de casa a gusto de todos sus miembros, sino abandonar la única que se tiene por la nada y en la que se quedan pegados al suelo y las paredes todos los recuerdos de una vida. La dación en pago es insuficiente. Hay que ir más allá, estudiar caso por caso. Pero bienvenido sea un acuerdo nacional sobre este delicado asunto. Muchos más que se produjeran.