Agricultura
Ariditas habemus por Ramón TAMAMES
Lo del cambio climático, en lo que todavía muchos no acaban de creer, a pesar de las evidencias científicas, puede estar contribuyendo al alargamiento del verano. Con la amenaza, ya en los medios, de que podríamos entrar en un año de sequía (ariditas habemus, en latín). Al respecto, uno recuerda de sus años mozos el lustro de 1945 a 1950, en el que se produjo la tan traída y llevada «pertinaz sequía» de los discursos de Franco. Y recurriendo a otra frase no menos caudillesca, «no hubo mal que no por bien no viniese», la famélica situación de muchos españoles y la insuficiencia de recursos hidráulicos, desencadenó la construcción de embalses; avanzando así a lo que hoy es un reservorio global de 55 millones de hectómetros cúbicos.
¿Estamos preparados para la sequía? Sin duda, mucho mejor que otros países europeos de mayor regularidad en las precipitaciones hídricas. Por estos pagos, disponemos de 3,8 millones de hectáreas de regadíos, que generan casi el 70 por ciento de la producción final agraria. Y el aprovisionamiento de agua tiene una continuidad razonable, por los reservorios ya mentados y merced también a algunos trasvases; tema en lo que fue un grave desatino suspender el del Ebro en 2004… que volverá.
En cualquier caso lo que está claro es que necesitamos un nuevo Plan de Obras Hidráulicas y una Agencia del Estado para el Agua, a fin de gestionar mejor las disponibilidades hídricas, por encima de las necias aspiraciones de algunas comunidades autónomas que pretenden apropiarse de un valioso recurso que constitucionalmente sólo pertenece a la nación. Es necesaria, pues, es una buena política hidráulica nacional para seguir luchando contra las sequías. Y lo decimos en el centenario de la muerte del gran regeneracionista que fue Joaquín Costa.
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