Europa

Bruselas

Rendición de Retamares

Es realmente lamentable y, sin duda, otro exponente más de la falta de peso de España en las instituciones internacionales, el haberse plegado a los intereses o mayor vigor político en defensa de los propios de terceros países y entregar mansamente el único Mando Componente Terrestre que le corresponde a España, el de Retamares.

La Razón
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Conseguido, como tantas otras cosas para España con los gobiernos de Aznar y siendo ministro de Defensa Eduardo Serra. Es bien cierto que hay países que tienen mayor prestigio internacional del que pueda tener España; pero no podemos olvidar que el esfuerzo militar que están realizando los españoles no tiene precedentes en nuestra historia más reciente: nunca hemos tenido tantos soldados desplegados en zonas de guerra (Libia, Líbano, Afganistán o Somalia), con unos presupuestos de Defensa miserables, que apenas llegan para mantener lo que se tiene y para que quienes arriesgan sus vidas por España en esos escenarios de guerra lo hagan con las debidas garantías y, sobre todo, con un mínimo de respeto por parte del Gobierno que los envía a esas misiones, que no es otro que el que preside el otrora pacifista Zapatero. Este Gobierno socialista es el que más militares ha enviado a misiones de guerra en el exterior, «el más belicista de nuestra historia» quizá para lavar sus pecados de progres. Partiendo de la base de que, en la OTAN, «nada está acordado hasta que todo está acordado», es decir: que todas la decisiones se adoptan por consenso, el cierre de Retamares nunca podría llevarse a efecto sin la aquiescencia del Gobierno español: ¡esto es así! En el año 2004 la OTAN eliminó todos los COAC que consideraron inútiles para la Alianza, entre ellos los de Torrejón y Lisboa, dejando sólo dos en el sur de Europa, a saber, Poggio Renatico, en Italia, y Larissa en Grecia. Por ello se pregunta uno: ¿a qué viene resucitar ahora Torrejón, cuando su inutilidad ya fue decidida por la OTAN hace siete años sin que nuestro Gobierno, el socialista de España, expresara su más mínima discrepancia con aquella bofetada? ¿Es acaso aceptar la migajas como consuelo por no haber defendido lo que el Gobierno español tiene la obligación de defender y mantener? Las noticias que nos llegan sobre la reunión de los ministros de Defensa de la OTAN en Bruselas es que Rasmunsen quiere cerrar varios cuarteles generales para ahorrar dinero y su argumento es que hay dos cuarteles generales terrestres, el de Heidelberg y Retamares, dos marítimos, Nápoles y Northwood, y dos aéreos, Ramstein e Izmir, y quiere dejar sólo uno por «barba» que, a decir de los expertos de dentro y de fuera, deberían ser Retamares, Nápoles y Ramstein, si se hiciera con objetividad y no pesaran otras cuestiones con las que el Gobierno español actual no puede competir. España no tendría problemas en conservar Retamares, porque Alemania acepta cerrar Heidelberg al conservar Ramstein, lo que supone cerrar el otro cuartel general aéreo, Izmir. Los turcos han dicho inmediatamente que quieren que Izmir, si deja de ser cuartel general aéreo se transforme en cuartel general terrestre para conservar las instalaciones: es decir cerremos Retamares para dar gusto a los turcos. Nuestra ministra de Defensa, en lugar de decir que no, ha dicho que estaba abierta a las negociaciones sobre Madrid, con el resultado ya conocido. Convendría un análisis más profundo y menos sectorial interno sobre la propuesta española de un COAC que, vistas las decisiones de la OTAN al respecto no hace muchos años, quedaría vacío de contenido real como hasta ahora. Hay que defender que el único Mando Componente Terrestre le corresponda a España, que lo ha tenido y lo tiene actualmente. España debe mantener su posición bien ganada hace años y merecida ahora por nuestro esfuerzo militar internacional. A pesar de las convulsiones internas en el partido de un Gobierno totalmente agotado y desprestigiado internacionalmente, la ministra de Defensa ha gozado del respaldo casi unánime del Congreso de los Diputados en su política de despliegue exterior de fuerzas (eso sí que se puede llamar apoyo por razón de Estado y no posturas electoralistas pasadas que nos han llevado a la marginación en un mundo del que dependen muchas cuestiones vitales para nuestro país), que no lo desaproveche porque, sabe, en defensa de los intereses reales de España tiene tras de sí a la inmensa mayoría de los españoles y desde luego, al Partido Popular.