Venezuela

Miradas que no miran por José Antonio VERA

Miradas que no miran, por José Antonio VERA
Miradas que no miran, por José Antonio VERAlarazon

Sobre el autismo hay teorías, pero no conclusiones definitivas. Sabemos que en muchos casos no tiene curación, que suele darse más en niños que en niñas, que puede tener base genética y que no se trata de un síndrome debido a una supuesta mala conducta de los padres hacia los hijos, sino de un conjunto de síntomas que desembocan en esa actitud tan particular del niño autista, con una mirada que no mira sino que traspasa, capaz de detenerse en un objeto durante mucho tiempo, con frecuencia insociable, con tendencia a realizar actividades repetitivas y con reacciones a veces agresivas. Hoy por hoy nadie conoce a ciencia cierta la causa del autismo. La explicación más extendida mezcla factores genéticos con ambientales. Heredar mutaciones anormales de genes comunes puede aumentar el riesgo de desarrollar autismo. Tales genes están localizados en la región del lóbulo frontal del cerebro, que permite la comunicación. Tener predisposición genética parece importante, aunque no concluyente. Aquí entran en escena los factores ambientales. Por ejemplo, los casos de enfermedad autoinmune de la madre, entre ellas la artritis reumatoide, la diabetes tipo 1 o la enfermedad celíaca. Igual que el hecho de haber recibido durante el embarazo yalproato de sodio para la epilepsia.


La intoxicación por mercurio presenta síntomas similares a los del autismo. La teoría de la relación entre el autismo y los metales pesados es apoyada por algunos especialistas, y se sustenta en que las personas con autismo tienen una baja capacidad para expulsar el mercurio de sus órganos. Otros especialistas asocian el autismo a las vacunas, en especial a la del Sarampión-Paperas-Rubéola, y al mercurio que éstas contenían. Tampoco hay constatación. Probablemente ni las vacunas ni el mercurio sean lo responsables únicos del autismo, pero sí que parece haber relación en determinados casos. De ahí la sugerencia de que a los niños con disfunciones mitocóndricas no se les deba vacunar. Las vacunas son positivas, aunque hay especialistas que sostienen que el abuso está en el origen de algunos síndromes. O sea, que habríamos cambiado enfermedades infantiles fácilmente curables por problemas autoinmunes. Suposiciones sin conclusiones. Aunque algunas cosas sí que sabemos por la experiencia.


Los niños autistas debidamente formados son capaces de desarrollar conductas extraordinarias. Particularmente dotados para la música, lo han demostrado en las orquestas y coros juveniles e infantiles de Venezuela, recientemente galardonados con el premio Príncipe de Asturias. Responden a los retos como cualquier otro niño y en ocasiones con resultados mayores. O tienen una sensibilidad tal que les lleva a escribir libros como «Interpretar a los Animales», de Temple Grandin, autista que se doctoró en la Universidad de Illinois y que describe a la perfección el dolor, el miedo, el amor, la amistad y hasta el genio de los animales.