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El Cairo
Los militares no tiran contra Mubarak
El sentimiento antiisraelí y antijudío crece en Oriente Medio tras el triunfo de las revoluciones. En Libia y Egipto, ahora que los odiados dictadores han sido derrocados, Israel se ha convertido en el nuevo enemigo público. Los libios equiparan a sus dos «demonios»: «Las atrocidades de Gadafi son comparables sólo a las de los sionistas», dice una refugiada palestina, que vive en Libia desde hace 35 años, mientras Safiya, una anciana de Trípoli, asegura que «Gadafi es judío, porque sus abuelos lo eran», rumores que proliferan desde el principio de la revuelta.

Tras haber vencido al coronel, los rebeldes aseguran que pueden acabar incluso con Israel, si se lo proponen. En el país vecino, cortar los lazos con el Estado hebreo se ha convertido en uno de los objetivos de los revolucionarios, aunque no todos apoyan los métodos violentos empleados por algunos de ellos. El Cairo ha vivido un intenso fin de semana de contactos diplomáticos al más alto nivel tras el asalto a la embajada hebrea en la capital egipcia. Israel confiaría aún en que las autoridades árabes están de su parte, a pesar de la hostilidad de la opinión pública. Pero pocos días antes del ataque, Egipto le habría pedido a Israel que mantuviera a su embajador en El Cairo, Yitzhak Levanon, «de vacaciones» durante un periodo prolongado para calmar los ánimos.
Esas vacaciones han empezado forzosamente ahora, aunque una delegación israelí llegó ayer a El Cairo para negociar la vuelta del representante lo antes posible y empezar las investigaciones sobre la muerte de seis soldados egipcios tiroteados por Israel en la frontera hace tres semanas, incidente que desató la ira de los revolucionarios. Ésta esconde la gran frustración por la lentitud de la transición post-Mubarak, al igual que la del juicio contra el ex mandatario, que ayer se sentó por quinta vez en el banquillo, aunque no lo hizo el actual presidente «de facto», el mariscal Husein Tantaui, jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que gobierna provisionalmente Egipto. Tantaui, que está en su derecho de no comparecer como testigo, alegó no haberse presentado por «las condiciones de seguridad por las que pasa el país».
Las Fuerzas de Seguridad, acusadas de no haber variado sus métodos desde el 25 de enero, irrumpieron ayer en una de las oficinas de Al Yazira en El Cairo y detuvieron a parte de su personal, según denunció la cadena de televisión catarí, odiada por los regímenes árabes por su apoyo abierto a las revueltas. En Egipto, Al Yazira fue acosada y perseguida durante la revolución, mientras que en Libia uno de sus cámaras fue tiroteado en Bengasi, porque «Al Yazira es un rebelde más», como ellos mismo admiten.
La «inocencia» de Obama con la Primavera Árabe
El ex jefe del Mosad, Shabtai Shavit, cree que el presidente de EE UU ha mostrado «inocencia» al afrontar las posibles consecuencias de la «primavera árabe», y que Occidente se enfrenta al riesgo de una islamización en la zona. «Obama prefirió a las masas antes que a sus aliados históricos en la región. Prefirió a las masas a pesar de no tener líderes, ni plan ni agenda», dijo ayer en la XI Conferencia Mundial Antiterrorista. Según Shavit , Obama debió seguir una doctrina más «pragmática» para evitar la anarquía, y dejar que los líderes de la región permanecieran en sus cargos para hacer las reformas exigidas.
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