España

Socios por José María Marco

La Razón
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En 2004 Angela Merkel vino a apoyar la candidatura de Mariano Rajoy a la Presidencia del Gobierno. Siempre ha dado importancia a la relación con el Partido Popular y con España. Los alemanes, por su parte, siguen teniendo de los españoles una imagen positiva, más de lo que nos imaginamos nosotros mismos. Cerca de diez millones de alemanes pasan cada año sus vacaciones aquí y saben que España es un país desarrollado, cumplidor, con servicios sofisticados y avanzados.

Por su parte, el PP, y en particular el equipo de Mariano Rajoy, admira desde hace mucho tiempo el estilo de liderazgo de Angela Merkel. Merkel combina rigor, claridad en las posiciones y una voluntad nunca desmentida de diálogo. Para llegar a dirigir la política alemana, ha tenido que poner de acuerdo voluntades muy diversas, y prefiere el pacto y el consenso a cualquier otro instrumento. Hasta que llega el momento de defender lo que considera intereses nacionales.

 Todo conducía a Mariano Rajoy a un buen entendimiento con Angela Merkel, un entendimiento estratégico para una Unión Europea seria y realista… hasta que se cruzaron en el camino esos intereses nacionales. Merkel no podía asumir los costes del salvamento del sistema financiero y la deuda españolas, mientras que Rajoy necesitaba, y necesita, los fondos europeos para recapitalizar el sistema financiero y pagar las facturas. El choque de estos dos gobernantes que parecían destinados a ser buenos socios no ha sido agradable de contemplar. Por parte alemana, se endurecieron las posiciones. La actuación española quiso hacer de la petición de ayuda un guiño para consumo interno, algo difícil de realizar y que parecía un gesto un poco desorbitado. Durante unos días, pareció que la intención de algunos de nuestros socios de la Unión era, pura y simplemente, sacarnos del euro.

La situación se ha salvado, en parte, por la alianza del Gobierno español con otra gran economía de la eurozona a la que, por razones históricas, ni siquiera es posible amenazar con un castigo como el que parecía cernirse sobre nosotros. Italia era nuestro aliado natural, aquel al que probablemente había que haber acudido desde el primer momento. En cuanto a los objetivos estratégicos, la cuestión es un poco distinta. España no ha sido intervenida.

Políticamente, sigue teniendo margen de maniobra: una mayoría absoluta y una población dispuesta a las reformas. El aire que ha tomado el Gobierno servirá para consolidar la situación si continúan las reformas, si los gastos de las administraciones públicas siguen disminuyendo de verdad y si empieza a llegar el momento en que no haga falta pedir más dinero a nadie, y menos que a nadie a quien nos ha ayudado en momentos difíciles.