Berlín

El juicio del «Chacal»: Mercenarios al servicio de Gadafi

El dictador libio financió al terrorista «Carlos» a cambio de que sus hombres eliminaran a sus opositores

Illich Ramírez Sánchez, «El Chacal», flanqueado por su abogado y un policía en 2000. A la izquierda, cartel de la película «Carlos El Chacal», dirigida por Oliver Assayas. Abajo, Gadafi, patrocinador del terrorismo internacional
Illich Ramírez Sánchez, «El Chacal», flanqueado por su abogado y un policía en 2000. A la izquierda, cartel de la película «Carlos El Chacal», dirigida por Oliver Assayas. Abajo, Gadafi, patrocinador del terrorismo internacionallarazon

Illich Ramírez Sánchez, más conocido por sus alias de «Carlos» y «El Chacal», vuelve a sentarse mañana en el banquillo de los acusados en Francia, donde cumple cadena perpetua desde 1997. Quien fuera el terrorista más buscado del mundo deberá dar cuenta ahora del asesinato de once personas en cuatro acciones terroristas cometidas entre 1982 y 1983.
Ávido de publicidad, el terrorista venezolano, de 62 años, mantuvo una huelga de hambre durante diez días hasta que se le levantó el régimen de aislamiento en la prisión parisina de La Santé. Las autoridades penitenciarias francesas buscaron castigar a «Carlos» por conceder sendas entrevistas a la emisora «Europe 1» y al diario «Libération».

«El Chacal» afirmó a «Libération» que no fue él, sino los GAL, los responsables de colocar una bomba que mató a dos personas en la estación de tren Saint Charles de Marsella, el 31 de diciembre de 1983. En cuanto a otro de los atentados por los que será enjuiciado por el Tribunal de lo Criminal de París, contra el tren Capitole Toulouse-París el 29 de marzo de 1982, en el que murieron cinco personas, el venezolano negó los argumentos de la acusación

Durante los años setenta y ochenta, «El Chacal» se convirtió en el hombre más buscado del mundo, con más de 52 nombres diferentes repartidos en más de cien pasaportes. Dejó tras de sí un rastro de 80 muertes, según el Ministerio del Interior francés. Como mercenario trabajó al servicio de dictadores como el iraquí Sadam Husein, el sirio Hafez Al Asad, el rumano Nicolae Ceaucescu o el libio Muamar Gadafi.

Precisamente, con el recién fallecido sátrapa libio, «Carlos» mantuvo una relación de especial complicidad. Tras la muerte el pasado 20 de octubre del coronel, quedarán enterrados para siempre muchos de los secretos que vincularon a dos patrocinadores del terrorismo internacional durante la Guerra Fría.

Patrocinador del terrorismo
Tras derrocar al rey Idris I en un golpe de Estado en 1969, Gadafi no tardó en mostrar su lado más salvaje. Llevado por la lógica pa-narabista, el dictador empezó a financiar generosamente a las facciones palestinas más sanguinarias, como Abu Nidal o Septiembre Negro, así como a otros grupos terroristas y revolucionarios. Los hombres de «El Chacal» sabían que siempre podían contar con capital libio para sus proyectos. Ambos compartían el mismo odio a Israel y a Occidente. A cambio, el coronel exigía favores de vez en cuando, como el asesinato de disidentes libios en suelo europeo o norteamericano.

El país norteafricano también sirvió de campo de entrenamiento y refugio para «Carlos» y sus mercenarios tras cometer alguno de sus ataques contra intereses occidentales e israelíes. Así, en julio de 1982 reivindicó desde Libia el atentado cometido días antes contra la Embajada estadounidense en Catar y la bomba que causó un muerto y 23 heridos el 25 de agosto 1983 en la Maison de France, en Berlín.

Preguntado en su última entrevista sobre la muerte a manos de un horda de milicianos rebeldes de su amigo libio, el terrorista venezolano acusó a Francia de haber «traicionado» al coronel, que siempre apoyó a los «revolucionarios» del mundo. «Gadafi cometió errores, así como yo mismo tampoco soy perfecto», aseguró «Carlos» a «Libération».

Extendido es el rumor de que el dictador libio recompensó al terrorista venezolano con un millón de dólares por su acción más sonada: el secuestro de los delegados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en Viena el 21 de diciembre de 1975. Aquel día, «Carlos» y otros cinco hombres armados entraron en las oficinas centrales de la OPEP. En mitad de los disparos, que causaron múltiples víctimas entre civiles y policías, tomaron como rehenes a 42 personas, incluidos numerosos altos cargos representantes del cartel petrolero. A continuación, «El Chacal» remitió una carta al Gobierno austriaco en la que exigía que se pusiera a su disposición un autobús para trasladar a los secuestrados al aeropuerto más cercano, donde debía aguardar un avión listo para despegar. Además, ordenaron a las autoridades la emisión pública cada dos horas de un comunicado propalestino redactado por «Carlos».

Concluida la Guerra Fría, sin embargo, «El Chacal» comenzó a ser un personaje incómodo para los países que le habían acogido en el pasado. Su periplo le llevó finalmente a Sudán a comienzos de los noventa. Pero la afición de «Carlos» a la bebida y a las mujeres no era bien vista por las autoridades sudanesas, lo que, sumado a la intensa presión política ejercida por el Gobierno francés, desembocó en su extradición el 14 de agosto de 1994. Un avión lo llevó de forma inmediata a Francia, donde le fueron imputados los asesinatos de dos agentes de policía en 1975 y del confidente Michel Moukharbal. El terrorista fue confinado en la prisión de máxima seguridad de La Santé hasta que fue juzgado y condenado en un juicio celebrado en 1997.