Sevilla

El peor momento del PSOE

La Razón
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Militantes y votantes socialistas esperan que se cierre la que tal vez es la peor situación que ha vivido el partido en la etapa democrática.
El PSOE que Alfredo Pérez Rubalcaba, nuevo secretario general del PSOE, encuentra en la capital andaluza carga con el peso abrumador de la debacle de noviembre, que sirvió en bandeja al Partido Popular la mayoría absoluta y que hizo que el partido tocara suelo electoral: 110 escaños, 59 menos que en la legislatura anterior, informa Efe.
Esos resultados certificaron lo que ya había ocurrido el pasado 22 de mayo, cuando los españoles se acercaron a las urnas para elegir a sus presidentes autonómicos y a sus alcaldes y concejales.
El PSOE se quedó entonces prácticamente sin poder en Comunidades y ayuntamientos, y especialmente dolorosas fueron las pérdidas de regiones que nunca habían estado en manos del Partido Popular, caso de Extremadura y Castilla-La Mancha.
Con la mirada en Andalucía.
Es decir, que los socialistas sólo se mantienen al frente del gobierno del País Vasco y de una Comunidad, Andalucía, que ha citado a sus ciudadanos el 25 de marzo para decidir si revalidan como presidente a José Antonio Griñán u otorgan a Javier Arenas el Gobierno autonómico.
En sus filas es generalizado el convencimiento de que, con el tiempo, los ciudadanos van a comprobar que Mariano Rajoy no tiene la varita mágica contra la crisis y los votos prestados volverán, si desde la oposición se vuelve a generar confianza y credibilidad.
A la espera de ello, la capital andaluza ha recibido a un partido con una sensación de provisionalidad desde que Zapatero anunció el pasado 2 de abril que no se presentaría a la reelección como secretario general del PSOE.
Él ha seguido siendo el secretario general del partido, pero, de facto, ya había dejado las riendas al que fue candidato a la Presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Hace 12 años, en el 35 Congreso, quien se proclamó líder socialista, un casi desconocido José Luis Rodríguez Zapatero, llegó con un mensaje de ilusión y asegurando que el PSOE estaba mejor de lo que muchos de sus compañeros creían. «No estamos tan mal», aseguró entonces.