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Ni tan héroe ni villano

La Razón
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La naturaleza humana goza de una doble condición: tiene una innegable capacidad para el bien y, sin duda alguna, una más que considerable tendencia hacia el mal. A pesar de esta contrastada realidad, soy de los que opina, como Aristóteles, que nada suele ser blanco, ni negro del todo.

En Madrid, en estas últimas semanas se ha deshecho una de las representaciones personales del blanco y el negro que el pueblo juzgaba inmutable, para dejarnos sin saber cuánto había de bueno y de malo en cada uno de ellos.

Es indiscutible que el profesor Neira ha pasado de héroe a villano por mor de unas copas. Y el desafortunado Puerta, de villano a por lo menos víctima, a causa supuestamente de una sobredosis. Ninguno de ellos mereció nunca ni tan buena, ni tan mala consideración. Ni Neira era el símbolo de la igualdad en el que le convirtieron, ni el pobre Puerta, seguramente, fuese más que un alma atormentada, víctima de sí mismo y de sus circunstancias. Triste encuentro el suyo en el que, al final, ambos han terminado matizando la dosis de maldad y de bondad que los voceros del pueblo, en su búsqueda de ídolos, seguro que injustamente, les habían adjudicado.