Música

Francia

El perverso polimorfo y la chica ye-yé

Serge Gainsbourg tuvo un romance con la bellísima Brigitte Bardot antes de vivir una pasión tormentosa con Jane Birkin

El perverso polimorfo y la chica ye-yé
El perverso polimorfo y la chica ye-yélarazon

Serge Gainsbourg, el gamberro de la «chanson» francesa, era un cruce cimarrón de la canción de autor y el festival de Eurovisión. Había tenido tiempo de codearse con el existencialismo «Rive gauche» y de escribirle canciones a Juliette Greco, pero Serge había nacido para la provocación y el escándalo pequeño burgués, no para la concienciación política y la rima ideológica. Estaba más cerca del esnobismo de Boris Vian y su sensibilidad pop le acercaba a Charles Aznavour, que había escrito éxitos a Sylvie Vartan y Johnny Hallyday. Su objetivo era ligar con las estrellas femeninas de la canción y conseguir el éxito de masas sin renunciar a pervertir la escena familiar de las chicas ye-yés con canciones de una obscenidad calculada. Por aquellos años, Serge Gainsbourg dijo: «Yo tenía una idea fija con Brigitte Bardot: sexo». Y la sedujo con una canción titulada «Initials: BB». La conoció en el rodaje de un filme y mantuvieron un romance durante varios meses. Fue entonces cuando BB le encargó las canciones de su debut en la televisión, el «Show Bardot», para el que escribió himnos pop como «Je n'ai besoin de personne en Harley Davidson».

Entre las sábanas del mito erótico francés y jadeos, Brigitte le pidió que le escribiera la más bella canción de amor. La respuesta fue «Je t'aime, moi non plus», un cántico al amor carnal que la actriz grabó a dúo con Serge. Entonces, temerosa de que su marido Gunter Sachs sospechara, Bardot le rogó que no la incluyera en el LP. Un año después la volvió a grabar con la que sería su mujer, la actriz inglesa Jane Birkin, con el escándalo internacional consiguiente.

La canción hizo «un tabac», como dicen los franceses cuando se obtiene un estruendoso éxito. Comparándolas, la versión de Bardot es más sensual, aunque se aprecia cierto temor a implicarse emocionalmente en el entrecortado jadeo, mientras que la de Jane Birkin tiene un azogue erótico que linda con la pornografía fina. Sus jadeos son de una intensidad similar al órgano quejumbroso que puntúa el vaivén de las olas sobre la «blanca palidez» de una isla desnuda.

Serge Gainsbourg era el tipo de feo seductor, modelo mostosín, que gusta a las mujeres objeto cuando éstas quieren darse un baño de cultura «prêt-à-porter». Este provocador nato, con cabeza de coliflor, consiguió una hazaña sexual digna del don Juan más experimentado: enamorar a dos de los mitos eróticos más deseados del mundo. Con Bardot tuvo un apasionado «flirt» y con Jane Birkin una pasión tormentosa que acabó en matrimonio y divorcio, ante las continuas traiciones de Serge Gainsbourg y su pulsión suicida. Más que el alcohol, fue el tabaco el causante de su deterioro físico y de los infartos que lo llevaron a la tumba.


Los pirulís
En francés, «sucette» significa pirulí, chupa-chups. Con el título de «Les sucettes», Serge Gainsbourg le escribió a Frances Gall una canción para el festival de Eurovisión de 1965. Con ella se inaugura en Francia un tipo de canción erótica basada en el juego de palabras malintencionado, ausente en las románticas canciones ye-yés que copaban las listas de éxitos. Lo insólito de la letra de «Les sucettes» es que ni Frances Gall, una lolita de una candidez notable, ni sus asesores, entre ellos su padre, cayeran en la cuenta de la lectura perversa que podía hacerse de ella. La rechifla nacional puso en cuestión su carrera y proyectó la de Serge Gainsbourg, que volvió a grabarla a dúo con Jane Birkin, ya sin ambigüedad alguna.