Santiago de Chile

El caso Carmelo Soria por Martín Prieto

La Razón
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El 14 de julio de 1976 la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional) al mando del coronel Contreras, secuestro en Santiago de Chile al ciudadano español Carmelo Soria, sobrino-nieto de nuestro urbanista Arturo Soria, diplomático para Naciones Unidas en el CEPAL (Comisión Económica para América Latina) que recababa datos legal y públicamente para los altos organismos internacionales a los que pertenecía. Sus torturadores pretendían asociarle con el Partido Comunista chileno (clandestino) y al no poder obtener la información que desconocía le rompieron una por una las costillas, le anegaron en pisco para que aparentara borracho, le metieron en un bolsillo una nota previniéndole sobre una infidelidad de su esposa, le introdujeron en su carro diplomático y lo dejaron caer al Mapocho, el río que cruza Santiago. En 2008 (largo y clemente me lo fiáis) el ya general Contreras fue condenado a 7 años por la detención y desaparición del sacerdote español Antonio Llidó. Contreras acumula 360 años de cárcel por genocidio, pero el caso Soria duerme el sueño de los Justos. Hace millones de años me rogó su viuda, médica de profesión, algún consejo para no perder la memoria del asesinato, algo impropio de una adultera propiciadora de suicidios sentimentales. Cenamos en casa de un juez socialista de la Audiencia Nacional (no era Garzón) ante el que detalló el crimen de un español, diplomático e incurso como víctima en una causa por genocidio, no prescribible. Mi amigo togado no movió un dedo y si lo hizo la Audiencia miró para otra parte. Treinta y seis años después el juez Ruz y el fiscal Carlos Bautista han desenterrado el bárbaro caso pidiendo a Chile siete aprisionamientos, empezando por el sayón con galones Juan Guillermo Contreras, egresado de la que fue Escuela de las Américas, en Panamá. Es un axioma que una Justicia lenta nunca es justa y poco rascará a estas alturas la Audiencia y su jurisdicción universal. Si el Ayuntamiento de Madrid quería una calle ahí está Carmelo Soria. Sus últimas palabras antes de perder la conciencia: «Pobre Chile…».