Gimnasia

Espíritu deportivo por Francisco Martínez

La Razón
La RazónLa Razón

Un paseo por los alrededores de la sala de prensa da para mucho. Hay más o menos de todo. El comedor, con comidas de varios países, aunque no todas hagan honor a su nombre; pequeñas tiendas para tomar un sándwich o un café, que tampoco es el mejor del mundo; un lugar para recibir unos masajes en el cuello y la espalda, ya doloridos; o una sala con sillones grandes, realmente camas ergonómicas para dormir, en la que los ronquidos se mezclan unos con otros y que suele estar ocupada por asiáticos, aunque ellos tienen capacidad para dormir en cualquier postura y en cualquier lugar, encogidos en apenas un metro cuadrado. También hay un gimnasio para soltar adrenalina. Uno de los compañeros es un fanático de esto último. Son los Juegos Olímpicos y en parte quiere «participar» en ellos. Sale a correr o se machaca en las máquinas que hay. Hasta ahí todo correcto. El problema es que cuando termina, se vuelve a su sitio con su camiseta sin tirantes, sus pantalones cortos, sus zapatillas de deporte, y su cuerpo empapado en sudor. No se corta y así se pone a trabajar. Está bien un poco de espíritu deportivo, pero eso es pasarse... El resto lo sufre.