Nueva York

Un niño suicida mata a 31 cadetes en Afganistán

Treinta y un cadetes del Ejercito paquistaní murieron ayer y otros 40 resultaron heridos en un ataque suicida contra un campo de instrucción situado en la región del Khyber, fronteriza con Afganistán y en la que se registran fuertes combates desde hace semanas

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La novedad, terrible, es que el suicida era un niño de apenas 12 años que consiguió burlar la seguridad del centro militar vestido con uniforme colegial. Los testimonios de los militares supervivientes del ataque coinciden en la descripción del menor, aunque un portavoz talibán ha desmentido la versión oficial para señalar que el terrorista era un «soldado que había decidido sacrificarse por la causa».

El campo de instrucción se encuentra en una zona militar restringida, donde las medidas de seguridad son extremas. Fuentes de la Policía local atribuyen el alto número de víctimas a que el sucida hizo estallar el chaleco de explosivos que llevaba oculto bajo el jersey del uniforme escolar justo en el momento de la oración de la mañana. «Estaban todos juntos, orando. Fue una carnicería», explican las citadas fuentes. Por el momento no se han facilitado datos del menor, cuyo cadáver quedó irreconocible.

La zona, vital para el paso de los convoyes de abastecimiento aliado a Afganistán, es el escenario de frecuentes ataques de la insurgencia y de Al Qaida. Hasta ahora, los atentados suicidas habían tenido por escenario mezquitas, escuelas y mercados, pero no habían conseguido atacar los campamentos militares.

Desde Nueva York, el secretario general de la ONU se mostró «consternado» por la utilización de niños en ataques terroristas y ha remitido un telegrama de condolencias a las autoridades paquistaníes. No obstante, no ha sido infrecuente el uso de disminuidos psiquícos por parte de los grupos terroristas islámicos para burlar las medidas de seguridad de recintos altamente protegidos. Hay, al menos, dos casos registrados en Irak.

 El primer ministro, Yusuf Raza Gilani, ha condenado el atentado en un comunicado en el que afirma que «actos tan cobardes como éste no pueden afectar a la moral de las agencias de seguridad ni a la determinación de la nación para erradicar el terrorismo».

 Según un estudio del Instituto de Pakistán para Estudios de Paz (PIPS), en 2010 se registraron un total de 2.113 ataques insurgentes, terroristas o de corte sectario, que acabaron con la vida de 2.913 personas y causaron heridas a otras 5.824. El incremento de las acciones de violencia en las zonas fronterizas con Afganistán suele coincidir con una mayor actividad de las fuerzas aliadas en otras zonas del país, como es el caso actual, dado que los talibán son especialistas en montar operaciones estratégicas de distracción.

Según fuentes militares de la ISAF, los insurgentes están «acusando en lo más vivo la ofensiva contra sus bastiones de Helmad y Kandahar, de mayoría pastún, por lo que intentan reactivar el frente paquistaní por todos los medios». En este sentido, las mismas fuentes reconocían que las bajas propias seguían aumentando, con 43 soldados aliados muertos en lo que llevamos de 2011.