Elecciones generales
Blanco es inocente
Andaba un tanto aburrida la campaña electoral cuando, de la manera más inesperada, ha irrumpido en ella una historia absolutamente truculenta
Según pretende un conocido empresario relacionado con el mundo de los productos farmacéuticos, José Blanco, actual número dos del PSOE y ministro de Fomento, aceptó sobornos a cambio de realizar acciones a favor del citado empresario. Por añadidura, el pacto se selló en el curso de un encuentro en una gasolinera gallega que tuvo lugar en el mismo auto del ministro. Pues qué quieren que les diga, yo creo que Blanco es inocente. Si ustedes quieren, se le puede tachar de irresponsable y descuidado porque con la cantidad de subsecretarios, directores generales y asesores diversos con que cuenta, no tiene defensa el que, en persona, se reuniera con tan poco recomendable empresario. Incluso estoy convencido de que debería dimitir como han hecho los otros políticos implicados en este caso tanto si pertenecían al PP como al BNG. No es, desde luego, de recibo que alguien sobre el que se cierne una acción judicial por ese tipo de delitos vaya en las listas electorales. Sin embargo, estoy plenamente convencido de la inocencia de Blanco. No digo esto por la manera en que lo han defendido sus compañeros socialistas que, en términos generales, han mirado para otro lado y se han quedado callados como Ramonetas. Tampoco lo afirmo porque el Gobierno al que pertenece Blanco sea impoluto, ya que de Bono a Pajín, de Chaves a Fernández de la Vega y de Bermejo al propio ZP pasando por sujetos sublimes como el bachiller Montilla la sombra del abuso de poder y de la corrupción ha sido una constante en ese medio. Tampoco defiendo su inocencia porque Blanco se haya caracterizado por ser el azote de los corruptos reales o supuestos del PP. La hipocresía es moneda corriente entre los políticos, en general, y los españoles, en particular. Para ser sinceros, Blanco podría haber criticado la maldad del adversario en incurrir, al mismo tiempo, en una mayor. Tampoco creo en su inocencia porque acudiera a la Jornada Mundial de la Juventud. A tan multitudinario acto también fueron delincuentes que actualmente cumplen condena en Martutene. No sólo eso. Si Jesús, tal y como describen los Evangelios, se sentaba a la mesa con prostitutas y pecadores, el Papa que, según el dogma católico, es el Vicario de Cristo no habría tenido ningún reparo en reunirse con gente de la peor especie para conducirlos al arrepentimiento. No, en realidad, yo creo en la inocencia de Blanco fundamentalmente por otra razón. ¿Le puede caber a alguien en la cabeza que si un ministro quiere dejarse sobornar, en lugar de enviar a un intermediario a un lugar secreto y dar un número de cuenta en un paraíso fiscal, trate en persona con el corruptor, se cite en una gasolinera, le diga una majadería como la de «pórtate bien conmigo que yo me portaré bien contigo» y luego cobre a través de facturas hinchadas? No. Es imposible. Para aceptar tal relato como cierto tendría que admitir a la vez que Blanco es un majadero integral, un bobo profundo, un idiota cuyo molde fue roto hace generaciones y eso no lo puedo creer del número dos del partido que nos gobierna. No. No puede ser. Blanco es inocente.
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