Córdoba
«Todo es enredos amor»: Vasos comunicantes
Autor: D. de Figueroa y Córdoba. Versión: J. Salvatierra. Dirección: Á. Lavín. Reparto: M. Camacho, M. Prado, F. Carril, J. Hidalgo, P. Sánchez de Andrés... JCNTC. Teatro Pavón. Madrid.
Como las estancias contiguas unidas por un pasadizo secreto que propician el laberinto cómico-galante de «Todo es enredos amor», en esta etapa de la Compañía Nacional de Teatro Clásico también funciona la teoría de los vasos comunicantes: la idea de contar con unos veteranos invitados como Meridional Teatro para dirigir a la Joven Compañía –la «cantera», todo actores por debajo de 30 años–, aunque sea con un autor áureo «desconocido» como Diego de Figueroa y Córdoba (es su «debut» en la CNTC), da frutos en un montaje divertido y ágil, con verso bien dicho y un sorprendente bloque actoral. Aunque sobrio y en la línea de trabajo de piezas anteriores como «Las bizarrías de Belisa», el sello Meridional se nota en gestos y giros que remiten a sus producciones más bufas como «Cyrano». Julio Salvatierra, un sólido dramaturgo, logra que un texto que no es próximo al público de hoy se siga con claridad, y Álvaro Lavín construye divertidos juegos de voces con el pianista-actor de la función, Ángel Galán, entre otros detalles.
El resto es una compañía que sigue sorprendiendo desde su juventud: divertida y versátil es la protagonista, Mamen Camacho, en una Elena con algo de picaruela; junto a ella, muy cómica la Juana de María Prado; en su punto enamoradizo la Manuela de Paloma Sánchez de Andrés; muy bien también los Tronera y y Fernando de Julio Hidalgo y Héctor Carballo; y, en general, un conjunto notable. Pero hay que destacar un nombre, al menos en la tarde que vio quien firma: Franceso Carril, en el protagónico donjuán llamado Félix, es un derroche de frescura, talento, registros variados y madera de galán. Se oirá hablar de él.
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